Jesús Rosado Borja: el alma que borda la fe de Écija
- El reconocido bordador, artesano de referencia y devoto de la Virgen del Valle, da un paso más en su compromiso cofrade como nuevo Hermano Mayor del Silencio. Su historia es puro arte, trabajo y corazón ecijano
Redactor El Pespunte
Hay trayectorias que no se improvisan, y la de Jesús Rosado Borja es una de ellas. Con casi 30 años dedicados al bordado artístico, su nombre ya suena fuerte en el panorama andaluz de la artesanía sacra. Pero Jesús no es solo un referente en el taller: es, sobre todo, un ecijano enamorado de su tierra, de sus tradiciones y de su patrona, Nuestra Señora del Valle.
Nacido y criado entre hilos de oro y vocación a flor de piel, Jesús fue el único niño aprendiz en el taller de costura de las monjas filipensas de Écija. Mientras otros jugaban, él ya tenía claro que su mundo estaba entre bastidores, terciopelos y puntadas que cuentan historias. De “extraño” en aquel universo ajeno, pasó a convertirse en pieza imprescindible. Hoy dirige uno de los talleres más prestigiosos del gremio, por donde pasan cada año decenas de encargos de nueva creación y restauración.
Nuevo reto: Hermano Mayor del Silencio
La Hermandad del Valle no ha tardado en felicitarlo por su reciente elección como Hermano Mayor de la Hermandad del Silencio. Y lo ha hecho con palabras cargadas de cariño y gratitud. No es para menos: Jesús Rosado no solo es un colaborador incansable, sino alguien que lleva a la Virgen del Valle grabada en el alma.
“Le agradecemos su predisposición, generosidad y abnegado trabajo”, ha expresado la hermandad.
También han encomendado su mandato, que seguro será fructífero, a la Virgen del Valle, para que lo ilumine y guíe con firmeza.
En el mundo cofrade, su elección ha sido recibida como una noticia esperada y merecida. Nadie duda de que sabrá liderar con sensibilidad, compromiso y experiencia, como todo lo que ha hecho hasta ahora.
El arte que devuelve la vida a la historia
Uno de los últimos regalos de Jesús a su pueblo ha sido la restauración del mítico ‘Manto del Pueblo’ de la Virgen del Valle, una joya bordada en 1920 que ha recuperado su esplendor gracias al mimo y conocimiento del artista.
El manto, símbolo de la devoción popular ecijana, fue restaurado con hilaturas nuevas, respetando el grosor y las técnicas originales, y reutilizando incluso su deteriorada pasamanería en oro.
“Se ha conseguido una tintada casi exacta al soporte original”, señaló Jesús con la humildad de quien ama lo que hace.
La pieza, de diseño regionalista, luce motivos como palmetas, ave fénix, flameros o cornucopias, y lleva en el centro el escudo de Écija, rematado con la corona mural y el lema en latín que la proclama “la única llamada Ciudad del Sol”. Su reestreno, el 8 de septiembre, coincidió con el 25 aniversario de la coronación canónica de la Virgen. Un momento que fue histórico para el pueblo.
Jesús Rosado, mucho más que un bordador
Jesús no quiere que lo llamen artista. Prefiere “artesano”. Y no es modestia: es una forma de entender el oficio desde la dedicación, la humildad y el compromiso con el legado.
Quienes lo conocen, saben que no hay puntada sin alma en su trabajo. Cada encargo, cada restauración, cada bordado que sale de su taller es una ofrenda de belleza al patrimonio andaluz y a la fe que lo inspira. Su trabajo une generaciones, emociona a barrios enteros y deja huella donde otros solo ven tela.
Hoy, Écija celebra que uno de sus hijos más comprometidos suma un nuevo capítulo a su historia. Con aguja, con corazón y con una devoción que no entiende de descanso.
