
Isco Alarcón ha terminado la temporada 2024-2025 como uno de los nombres propios del fútbol español y lo ha hecho recorriendo el Camino de Santiago, donde se le ha visto sonriente, en forma y rodeado de amigos. Esta semana completó el tramo del Camiño Francés desde O Pino hasta la capital gallega. Allí disfrutó de la gastronomía local y de la hospitalidad de la ruta jacobea.
A sus 33 años, el jugador del Real Betis ha firmado una campaña para el recuerdo. Volvió a los terrenos de juego tras una grave fractura en el peroné izquierdo, superó dos operaciones y recuperó su mejor versión. Bajo las órdenes de Manuel Pellegrini, se convirtió en el líder del equipo. Jugó 33 partidos, marcó 12 goles y repartió 11 asistencias. Números que certifican su influencia en el juego verdiblanco.
Isco fue clave en la histórica clasificación del Betis para la final de la Conference League, disputada en Budapest ante el Chelsea. Aunque el conjunto verdiblanco cayó por 1-4, el malagueño brilló con una asistencia a Abde. Días después, volvió a vestir la camiseta de la Selección Española en la final de la Nations League frente a Portugal. Marcó su penalti, pero España perdió en la tanda tras el fallo de Morata.
El balance de la temporada es agridulce: dos finales perdidas, pero también un resurgir deportivo que lo ha devuelto al primer plano europeo. La afición bética lo tiene claro: Isco ha vuelto para quedarse. Su clase, su liderazgo y su compromiso lo han convertido en un pilar del proyecto heliopolitano.
Con contrato en vigor y confianza plena del club, el malagueño ya piensa en la próxima temporada. El objetivo es claro: que el final del próximo curso, esta vez, sí tenga sabor a título.
