
UBUNTU
Profesora de la Facultad de Enfermería, Fisioterapia y Podologia (Universidad de Sevilla) desde 2002. Máster en Estudios Avanzados sobre cerebro y Conducta (2007) y Máster en Atención Temprana. Miembro del grupo de investigación CTS-305. Coordinadora del programa de optimización al desarrollo y Atención Temprana en la Universidad de Sevilla.
Ha participado en formaciones relacionadas con la inteligencia emocional, con la diversidad funcional, con la Neurociencia y neurología, con la fisioterapia y su aplicabilidad y con la gerontología, tanto para profesorado y profesionales como para estudiantes.
Vivimos en una época donde la premura y las apariencias parecen tener mayor peso que la autenticidad. La integridad puede presentarse como un faro entre tanta oscuridad. Cuando nos referimos a integridad la entendemos como la coherencia entre lo que pensamos, decimos y hacemos, pudiendo ser la llave para vivir una vida en bienestar y en correlación y sinergia con los demás seres humanos. Podría ser esa brújula interna que nos guía hacia el sendero adecuado en cada uno de nuestros prismas: personal, profesional y social.
No hace mucho tiempo estuve envuelta entre la música y la vibración de una de las personas artistas que más color tienen a integridad para mí, capaz de recordarte que nada ni nadie puede apagar nuestra propia esencia, que se debe ser valiente y vivir con autenticidad. Ese “Que nadie calle tu verdad, que nadie te ahogue el corazón, que nadie te haga más llorar, hundiéndote en silencio” desprende notas musicales que tiznan nuestro sistema en busca de ser “una misma en cualquier parte”.
Y es que el atropello de las redes sociales y la dependencia a las opiniones de los demás para sentirnos realizados y aceptados nos llevan a distorsionar la percepción de la verdadera realidad, proyectando una “imagen perfecta” que se aleja de manera exponencial de lo que en realidad somos. Y es que “aunque la vida te trata de mala manera, luchas por cada uno de tus sueños, eres la vida entera”, es el mensaje que nos brinda en las mil batallas, gritando a través de su voz y de todas las personas que se unen a su vibrar, cómo la honestidad y vulnerabilidad pueden ser los pilares de nuestra verdadera fortaleza.
Ser integridad es un proceso cíclico que nos insta a profundizar en lo más profundo de nuestras entrañas, así como en mirar alrededor y hacia todas las personas que nos rodean. No es una invitación fácil y transitar por ella puede convertirse en tarea ardua pues “uno por uno va cayendo los minutos, van pasando lentos. No te das cuenta y luego…todo es perfecto”. Cuando buceas en ese mirarte hacia dentro terminas descubriendo que la integridad te termina conectando de manera más auténtica y profunda con las personas que nos rodean, pues todos somos parte de un mismo tejido humano que suena ante el sueño de no dejar de soñar, pues “Hay que inventar para vivir, hay que olvidar para seguir, hay que morir para nacer”.
Como seres humanos estamos conectados a través de esas maravillosas neuronas espejo y nuestra existencia solo cobra sentido cuando establecemos redes neuronales con las otras personas, cuando compartimos nuestras luchas y nuestros retos superados, cuando cooperamos por optimizar nuestros contextos, cuando establecemos relaciones de confianza mutua y entrega, así como de respeto, esculpiendo una sociedad más sana y compasiva.
Ese día, en aquel concierto, las notas musicales con tintineo a integridad inundaron ese grandioso estadio y como piedra lanzada al lago que origina ondas expansivas, contagió los corazones de todas las personas que escuchaban con devoción a este filósofo sonoro. Afortunadamente su ejemplo y ser fuente de cordura entre lo que se es, piensa y canta, podemos encontrarlo cerca de nuestra rutina. Hay personas extraordinarias, algunas incluso convertidas tempranamente en estrellas, que enseñaron y dejaron ese legado de ser íntegra, pero si además de en nuestro contexto hay personas famosas y resonantes que muestran ese ejemplo y aportan ese color a otras personas, ese rayo de esperanza para el presente y el futuro se hace más intenso.
Desde mi humilde punto de vista, ser íntegro no es exclusivamente una elección personal, sino una necesidad para vivir en armonía y bienestar tanto con nosotros mismos como con los demás. Nos insta a ser leales, líderes de nuestros retos, fieles a nuestros principios y anclados a esa gran verdad de que todas las personas estamos juntas en esa travesía llamada vida, pues “no hay distancia entre este mundo que pueda más que un sentimiento”.
