Impuntualidad personal

Se acerca el invierno y yo he sucumbido y he empezado a ver Juego de Tronos. Tampoco me vayáis a decir nada que llevo tres capítulos mal roncados. Me está gustando, y creo que me está gustando porque la estoy viendo con la tranquilidad con la que se ven este tipo de productos tan glorificados; sabiendo que si no me gusta podré soplarme las uñas, posarlas en mi hombro y ser otro snob gilipollas tratando de llamar la atención. “Pues tampoco es para tanto”, cállate, imbécil. A ver, que yo soy el primero al que le encanta discordar, pero joder, con un motivo y con argumentos, no con la única pretensión de hacer ver a la gente que tienes un paladar tan exigente que no te puede gustar algo que es aclamado de forma unánime. Las personas que intentan mostrarse especiales por todos los medios son los seres más vulgares del planeta. Solo buscan atención y aprobación, palmaditas en su ego.
Creo que lo de que algo tendrá el agua cuando todo el mundo la bendice es una verdad como el castillo de Invernalia. Sinceramente, he tardado tanto en dar el paso de ver la serie porque tenía la sensación de haberla visto sin verla. Siempre había un amigo citando alguna escena, un comentario en redes sobre el estrambótico final, siempre había algo que me decía que no hacía falta, que me lo podía ahorrar. Tengo hasta un colega que le llamó a su perro Tyrion. Una serie a la que llegas quemado sin verla es una serie especial. Me pasó algo parecido con Breaking Bad, que me la fulminé en cuarentena y me flipó. Lo que es bueno, no caduca, guarda su esencia para que los más rezagados puedan acceder a ella. Yo me enamoré del Betis viendo vídeos de Gordillo y de Alfonso Pérez Muñoz, descubrí la poesía de la mano de las viejas canciones de Sabina y empecé a amar la literatura leyendo libros antiguos. Tengo la teoría de que Gerónimo Stilton y El Diario de Greg han hecho más alérgicos a la lectura que aficionados.
A lo bueno siempre se puede llegar tarde, lo importante es llegar. Las cosas aparecen cuando aparecen. Disculpen que me ponga místico, pero yo soy de los que le gusta pensar que cada uno tenemos nuestro momento de llegar a las cosas. Puede que sea ahora cuando esté preparado y valore más Juego de Tronos. Creo que hay libros, personas, trabajos, películas y canciones que llegan a tu vida en un momento puntual y no tiene por qué ser el mismo que el de las personas de tu alrededor, y pueden encajar o no, pero creo que lo que no se debe hacer nunca es cerrarse en banda. Llegar tarde solo es una falta de respeto cuando haces esperar a alguien, ejem, ejem, pero cuando eres tú el que te estás tomando el tiempo es una cosa sana. La puntualidad con las personas, con uno mismo, siempre paciencia. En el terreno de lo personal siempre es más efectivo conocernos, medir nuestros tiempos, siempre vamos a llegar primeros, porque solo estamos compitiendo contra nosotros mismos.
Sí, he esperado para ver una serie a que se estrene su precuela, y qué. A las modas da igual llegar tarde, lo importante es conocerlas. Juego de Tronos hace tiempo que dejó de ser una moda para ser una serie de culto, pero ese tampoco ha sido el motivo por el que he decidido verla. Creo que compraré el Cruapán cuando los estantes de los supermercados estén repletos, supongo que haré mi podcast cuando se vuelva a escuchar la radio, imagino que colgaré un Be Real cuando la gente vuelva a utilizar Facebook. O no, yo que sé, igual mañana mismo hago las tres cosas de una tacada. El caso es no hacerlas con prisas. Todo llega, vamos a por el capítulo cuatro.