Ignacio de la Puerta junto a 24 voluntarios más en la zona cero de la DANA: “Hemos compartido sudor y lágrimas”
Ignacio De la Puerta, actor natal de Osuna, conocido en su entorno por su carisma y pasión, ha vivido una de las experiencias más trascendentales de su vida, aunque fuera en medio del desastre más desolador. La decisión de ayudar a los afectados por la Dana en Valencia, tomada casi sin titubeos, surgió mientras veía las noticias. “No me puedo quedar aquí de brazos cruzados mientras veo las imágenes que nos llegan por TV. Había gente muriéndose”, confesaba Ignacio, impactado por la magnitud de la tragedia y la urgencia de quienes necesitaban ayuda tras el paso de la DANA.
El viaje a Valencia no fue un esfuerzo en solitario. Ignacio consiguió unir, a través de sus stories en redes sociales, a un grupo diverso de 24 personas. “Íbamos un equipo de trabajo maravilloso, con ganas y fuerzas para estar ayudando durante meses, si hiciera falta”, afirmaba con orgullo, describiendo cómo la camaradería de este grupo iba dando “alegría por todos lados” mientras ayudaban sin descanso a estas comunidades devastadas.
Durante su estancia, el equipo de Ignacio se dedicó a distribuir alimentos, medicamentos, ropa y suministros básicos por toda la zona afectada por la DANA, y en Algemesí protagonizaron una escena que ha quedado en la memoria de todos. “Una cosa curiosa es que estuvimos repartiendo mantecados por todo el pueblo de Algemesí y, algunos, nos decían que el alcalde iba a poner una calle a nuestro nombre: Calle Los Mantecaos”, explica Ignacio, recordando el toque de humor y cercanía que compartieron con los vecinos.
Fue fundamental también la aportación de todas y cada una de las personas que colaboraron a través de bizum y/o con donaciones de materiales necesarios. “Fueron los precursores de que este movimiento saliera adelante y de que pudiéramos devolverle la sonrisa a tantísima gente. Que se sientan orgullosos porque conseguimos dar muchísimo material en las propias manos de los necesitados”. Aunque añade que los centros logísticos de recogida de alimentos y materiales necesarios están completamente saturados: “sinceramente yo no donaría más alimentos ni materiales. Yo donaría mano de obra. Alquilaría maquinaria, contrataría camiones pulpos, cubas de descarga, palas retroexcavadoras y maquinaria de limpieza, y los enviaría allí. Eso es vital ahora mismo”, añadía.
Coordinación y esfuerzo incansable
Ignacio describe su papel no como el de un protagonista, sino como un engranaje más de un colectivo de héroes anónimos. “He compartido sudor y lágrimas con seres de luz. Conocerlos y compartir esta aventura ha sido, sin duda, una de las experiencias más bonitas de mi vida”. Sin embargo, su trabajo fue clave en todo este movimiento. Organizó la limpieza de gran parte de un pueblo, coordinando un operativo que fue vital para comenzar la recuperación. “Puse un anuncio en redes pidiendo camiones y empezaron a llegarme camiones a Valencia. Fue increíble”, comenta. A pesar de la dedicación de los militares, Ignacio De la Puerta se sorprendió por la descoordinación en el área afectada. “El ejército está trabajando sin parar día y noche, pero es que necesitan cinco veces más efectivos de lo que hay… Y me quedo corto, ¿eh? Ha sido muy duro todo”, explicaba.
Esa descoordinación de la que habla se veía plasmada en momentos tan surrealistas como que él se encargaba de coordinar la entrada y salida de los camiones de varios barrios. “Era tal descontrol que llegaban efectivos de la policía y/o bomberos preguntando por mí para ver que qué tenían ellos que hacer”. Y añade, incrédulo: “la gente me tenía guardada en el móvil como “Ignacio Guardia Civil”, por eso de que me veían coordinando toda esa zona. Lo que no sabían es que yo era un simple voluntario más”, concluye”.
Las secuelas del cansancio
Casi cuatro días de trabajo sin tregua pasaron factura en su salud y su descanso. “Creo que hemos dormido, pues, básicamente entre los cuatro días… ¡menos de veinte horas en total!”, explica. Tras jornadas de apenas cuatro horas y media de sueño, las largas horas de carretera de vuelta fueron un desafío físico. “Ayer cuando venía para acá, te juro que tuve que parar varias veces porque me quedaba dormido del cansancio. Fue horroroso”, añadió, destacando que fue un esfuerzo compartido y valioso, hecho posible solo gracias al equipo con el que se unió.
Ignacio no podía evitar reflexionar sobre la ironía de la DANA, que, aunque destrozó casas y afectó a familias enteras, logró unir a personas de distintas procedencias y de todas partes del mundo. “Puede que la DANA haya destruido muchas cosas, pero creo que ha unido muchas más”, concluye. “Era maravilloso ver cómo gente de cualquier parte de España llegaban y te decían: hola, venimos de Albacete, ¿qué tenemos que hacer? Y así de cualquier parte de España”, agregaba.
Ignacio De la Puerta se mostró conmovido por la solidaridad, por aquellos vecinos que “se hacían kilómetros andando únicamente para ayudar”.
“Lo que veis en TV no es ni la mitad de lo que allí está ocurriendo. La gente se abraza a ti llorando, como si no existiese el mañana. Abrazos que duran minutos. Era alucinante”, añadía emocionado.
De regreso, aunque exhausto, Ignacio regresó “con las pilas tan recargadas” que el cansancio físico no lograba opacar su satisfacción interior. La experiencia fue para él, en sus propias palabras, “la más bonita de mi vida, sin lugar a dudas”. Aunque insiste: “es algo que jamás podría haber hecho sin el equipo de 24 personas que me acompañó”. Con los que, concluye, casi conmocionado: “con ellos iría al fin del mundo”.
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Redactor de El Pespunte