Hoy se cumplen 88 años del asesinato de Lorca: ¿Cuál fue su última visita a Sevilla?
Hace 88 años que el mundo perdió a uno de sus más grandes poetas, Federico García Lorca. Su obra y su vida han sido objeto de estudio y admiración en todo el mundo. Sin embargo, un aspecto menos conocido de su vida es la profunda conexión que desarrolló con Sevilla y, en particular, con su Semana Santa. Esta ciudad, con su misticismo y tradición, dejó una huella imborrable en el alma del poeta.
Según explica José Manuel de la Linde, Lorca visitó Sevilla por última vez en abril de 1935, en compañía de su gran amigo y confidente, el torero Ignacio Sánchez Mejías. La visita, que coincidió con el Domingo de Ramos, fue una experiencia que marcó profundamente al poeta, quien se dejó envolver por la intensidad y el fervor de la Semana Santa sevillana. Según relata Manuel Reina en su obra Los amores oscuros, que recrea los últimos años de Lorca, el poeta quedó cautivado por la belleza y el simbolismo de las procesiones y las imágenes que desfilaban por las calles de la ciudad.
Lorca visitó la Virgen de la Estrella, la Esperanza Macarena y el Gran Poder
Durante su estancia en Sevilla, Lorca rezó, a su manera, ante algunas de las imágenes más veneradas de la ciudad. Visitó la Virgen de la Estrella en el barrio de Triana, la Esperanza Macarena y el Gran Poder, imágenes que le impresionaron profundamente. A través de la mediación de Joaquín Romero Murube, poeta y conservador del Alcázar, Lorca y sus acompañantes pudieron disfrutar de una Sevilla que, tras años de tensiones políticas y religiosas, volvía a vivir una Semana Santa en todo su esplendor.
En su recorrido por la ciudad, Lorca no solo fue testigo de la devoción popular, sino que también se sintió profundamente conmovido por la simbología religiosa y artística que descubría en cada rincón. De hecho, Reina narra cómo Federico, al ver pasar al Gran Poder, hizo una reflexión que resonó con los tiempos difíciles que estaban por venir: “Si yo no estuviera contigo, Juanito, júrame que harás un podé”, refiriéndose a la fuerza para seguir adelante, incluso en los momentos más oscuros.
Esta última visita a Sevilla no solo dejó una marca en la vida personal de Lorca, sino que también alimentó su universo poético. En sus diarios y en algunas de sus composiciones, se pueden rastrear las impresiones y sentimientos que le provocó la Semana Santa sevillana. La ciudad, con su atmósfera cargada de incienso, azahar y devoción, se convirtió en un escenario ideal para la sensibilidad de un poeta como García Lorca, que siempre se sintió atraído por las tradiciones populares y las expresiones culturales más auténticas.
Redactor de El Pespunte