¡HASTA SIEMPRE, NEO!

Anoche murió un hombre entrañable: bueno en el buen sentido de la palabra bueno, como decía Machado. Especialmente para muchos de aquellos niños de la Osuna de los años 60 y 70, época en que no había “what´s app”  y nos divertíamos en los futbolines.

De los varios locales de este tipo que había en el pueblo (Rafaela, “el Gordo”, “el Neo”, etc.), fueron los suyos en la Carrera de Caballos, los que perduraron por más tiempo. Incluían un pequeño ambigú y dos viejas mesas de billar, además de alguna máquina de bolas. Tenía además, un corral en el que cuidaba y aviaba sus gallos de pelea, una de sus grandes pasiones. Allí íbamos a parar niños de todas las clases sociales, en una época y en un pueblo, en que las clases se mezclaban más bien poco, y él nos “lidiaba” con una paciencia bíblica. Tenía la capacidad de relacionarse magníficamente con los niños y con los viejos; con los tunantes y con los “lelos”; con los “de derechas” y los de “izquierdas”…

Tuve la oportunidad de tratarlo y ser su amigo, de niño y de adulto; y disfrutar de su comprensión ante los fallos y los problemas ajenos: eso que llaman Empatía.

No he conocido a nadie con mayor sentido de la aceptación ante cuantas cosas nos puede deparar la vida. Con pocas personas, la vida fue tan cruel como con él. Y sin embargo sonrió y vio el lado bueno de la misma, sin rencor ante nada ni ante nadie.

Por supuesto que se llevó puesto el cariño y el respeto de quienes sabíamos quien y como era. Tenía las manos vacías, de tanto dar, sin tener.

Descanse en paz Antonio Gálvez Marin, “El Neo”.

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