Guillena aventaja la Semana Santa: el Pregón abre las puertas para un nuevo Sábado de Pasión

Guillena ya sueña con inundar las calles de su buena música de nuevo. Los guilleneros se preparan para una nueva Semana Grande, para llevar por bandera el orgullo cofrade aventajando a la mayor parte de la provincia. Con una apuesta por un Sábado de Pasión que levantará las almas de vecinos y visitantes, uno que se espera desde hace demasiado tiempo y que ilusiona a jóvenes y mayores.
El pregón de Francisco Javier Gutiérrez puso el broche de oro a la programación de Cuaresma
Una semana antes, el Área de Cultura del Ayuntamiento de Guillena redobló la apuesta con la organización del Concierto de Cuaresma, en el que participaron la Banda de Música Villa de Guillena, la Banda de Música Nuestra Señora de la Granada y la Banda de Cornetas y Tambores del Rosario de Arriate. Un deleite para el oído cofrade, una exaltación de la música semanasantera, una seña de identidad de Guillena hecha cuerpo y alma en torno a la Pasión de Jesús. Semana Santa en vena. Además, como broche de oro a la programación de Cuaresma, Guillena disfrutó del pregón de Francisco Javier Gutiérrez Delgado, cofrade de la Hermandad de la Vera Cruz que siente la Semana Santa en su conjunto y que estuvo acompañado por la Banda de Música Villa de Guillena.
La Semana Santa tendrá varias citas importantes, desde el Sábado de Pasión al Domingo de Resurrección
Todo esto ha puesto los cimientos de la Semana Santa guillenera, que vivirá ese mismo Sábado de Pasión su primera estación de penitencia, la organizada por la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno y Nuestra Señora de la Esperanza, imágenes que podrían procesionar en un sólo paso por última vez, ya que la cofradía busca realizar un segundo paso para la Virgen de la Esperanza. Imágenes que procesionarán sobre la madera tallada de caoba, con los detalles a flor de piel, a ritmo del paso largo de los costaleros, de los hermanos cofrades que se encuentran bajo los faldones morados. Esos que mecen a nuestro señor como los ángeles, que giran la esquina sirviéndose del paso corto, llevando a Guillena en el corazón; al Nazareno, cruz al hombro, al cielo; y dándole fuerzas a Simón de Cirene para que ayude a Jesús a llegar al Monte Gólgota. Portando en volandas a la Esperanza, madre afligida que cuida a su hijo, que lo ve con penumbra, que siente como nosotros sentimos con nuestros seres queridos y que lleva el manto verde por bandera, el de la esperanza que Dios nos da, el del amor a la vida.
Llegarán entonces los días de recogimiento. Los días de vivir la fe en las casas, los días de espera hasta el ansiado Viernes Santo. Los días de visita a la familia, de inspirarse con las torrijas caseras de receta tradicional e insuperable, las de la miel mojada en vino que hace las delicias. Días de preparación espiritual para acoger a la hermandad con más historia de Guillena, a la Muy antigua y humilde Hermandad y Cofradía de Nazarenos del Santísimo Cristo de la Vera Cruz, María Santísima de los Dolores, San Juan Evangelista y Santa Ángela de la Cruz. Esa cuyos nazarenos visten de verde y negro.
El Santísimo Cristo de la Vera Cruz, que ascenderá a los cielos desde el interior del paso tras dejar el marco del portón de la Parroquia de Nuestra Señora de la Granada para presidir las calles guilleneras desde las alturas, se mecerá muerto en la cruz, sobre el paso dorado al que no le falta detalle. Descansará su cuerpo sobre los pétalos rojos que colman la obra cofrade. Nos recordará que Dios dio la vida por salvarnos. Le seguirá María Santísima de los Dolores, esa madre dolorida, lacerante, que ha perdido a su hijo. Que aguarda bajo el palio de luto con bordados dorados. La misma, rodeada de velas y flores blancas, abraza un marco de plata sobre el que caen sus lágrimas y procesiona envuelta en un manto que llega hasta los faldones, donde se fabrica el paso corto que mece el alma dolorida de nuestra madre.
Llegará el luto absoluto el Sábado de Gloria tras haber recuperado la tradición ancestral del Sábado Santo. El ambiente fúnebre, el silencio profundo roto por las voces angelicales del coro que anuncia la llegada del Santo Entierro. La urna sagrada que descansa sobre el amplio paso dorado, en el que reposa el sagrado cuerpo de Cristo. El casco histórico se vestirá de negro. Guillena volverá a compadecerse de la Virgen de Los Dolores, que esta vez estará acompañada por San Juan, que se unirá a ella en el duelo tras la muerte de Jesús. Pero pasarán la noche y las horas de tristeza y llegará el sol que anuncie el Domingo de Resurrección, el que da sentido a la Semana Santa.
Y ahí estará Jesús Niño, representando la nueva vida de Cristo, saliendo de la Iglesia mientras Nuestra Señora de la Candelaria lo busca con ansia, mientras persigue el reflejo del paso dorado de Jesús. Así será cómo María, de blanco inmaculado, encontrará a su hijo como buena madre, protectora de todos los cristianos. Se enfrentarán los pasos, el dorado de Jesús se abrazará con la plata de María y se fundirán madre e hijo en una lluvia de pétalos, en un estado de felicidad por la celebración de la vida que acompañará todo el pueblo.
Los niños disfrutarán de los caramelos que se regalan en señal de alegría. Los guilleneros estrenarán ropa como manda la tradición de uno de los dos días del año más grandes del pueblo. Verán con sus mejores galas cómo se mecen al unísono madre e hijo, con la sintonía y el amor de los vecinos guilleneros y Guillena se cubrirá de gloria.
