
Crítico de arte de El Pespunte.
Artista profesional con 15 años de experiencia en el sector del arte contemporáneo español e internacional.
Hay artistas que pintan bien, que saben componer, que dominan la técnica. Y luego está Fran Baena, que no está aquí precisamente para tranquilizarte con belleza ni para encajar en vitrinas académicas. Él viene a señalarnos, casi con una sonrisa torcida, el desastre emocional y cultural que arrastramos. Su obra irrumpe, te raspa, y luego te hace pensar en memes, guerras, ansiedad y un unicornio vomitando arcoíris. Todo a la vez.
Baena, nacido en Priego de Córdoba en 1999, creció entre la pintura de caballete y el ruido visual de Internet. Supo desde temprano que el arte tenía que hablar en el idioma del presente, aunque fuera incómodo, irónico o directamente feo. Lo suyo es una especie de arqueología digital sentimental, recoge imágenes que cualquiera podría ignorar en Instagram, memes de todo tipo e índole, iconos caducos… y los convierte en piezas cargadas de sentido y poesía política.

Todo está OK. Pero me imagino a Fran pensando que OK en un espejo se lee K.O., y es que no hay metáforas sutiles. Hay puñetazos envueltos en terciopelo rosa. Ese rosa suyo no es decoración, es diagnóstico. Es maquillaje y herida, suavidad y veneno. Baena no adorna el dolor, lo embalsama en resina brillante y lo pone a rotar en una feria de arte. Se ríe (con nosotros, no de nosotros) mientras señala el colapso emocional detrás del “todo bien” automático.

Y cuando abandona el lienzo para meterse en la escultura, no se vuelve más solemne, sino más punk. Crea “poemas objeto” que existen a veces sólo para ser fotografiados y desaparecer. Esculturas frágiles, efímeras, como lo es casi todo lo que nos rodea. Lejos del bronce eterno, sus piezas parecen pedirte que las mires rápido, antes de que se esfumen. Y ese gesto es odiosamente contemporáneo, no hay tiempo para la contemplación lenta, pero aun así algo quiere decirte, aunque sea con prisas.
Su obra no se entrega al espectador, le lanza preguntas.
Formado entre Granada y Málaga, y con paradas importantes como la Fundación Antonio Gala en Córdoba o Piramidón en Barcelona, Baena ha sabido crecer sin perder el descaro. Le interesa la crítica, sí, pero sin la corbata del comisario institucional. Su obra no se entrega al espectador, le lanza preguntas. ¿Por qué nos reímos de cosas tristes? ¿Dónde fue a parar nuestra capacidad de indignarnos sin GIFs? ¿Cuándo empezamos a decir “LOL” en lugar de llorar?


No estamos ante un arte amable. No quiere serlo. Es arte que viene con nervio, con contradicciones, con capas que solo se entienden si uno ha pasado noches con insomnio mirando reels sin sentido. Fran Baena es de esos artistas que no se conforman con gustar, buscan incomodar un poco, y ojalá hacerte dudar de lo que creías saber sobre el arte, la belleza y el estado emocional colectivo. Y ahí, justo ahí, es donde su obra importa. Porque mientras muchos siguen fingiendo que todo está bien, él ya nos ha mostrado el espejo roto.
P.D. ¿Quieres mirarte en ese espejo? Pues te diré que Fran inaugura exposición en la Galería Yusto-Giner de Marbella este Sábado día 7 de Junio a las 12 del mediodía. Ahí lo dejo.

Crítico de arte de El Pespunte.
Artista profesional con 15 años de experiencia en el sector del arte contemporáneo español e internacional.