Falacias

Hay un punto de partida para el análisis de cualquier problema, cuestión o situación. El acierto en encontrar ese punto es la garantía de un buen análisis y una buena solución, el no acertar supone andar divagando por los alrededores, emplear una enorme cantidad de tiempo infructuoso y que al final ocurra que estemos más lejos que cerca de la solución.

Por ejemplo, si el punto de partida en la lucha de la discriminación de la mujer ante el hombre, o la igualdad de derechos entre hombre y mujer, es solamente el decir que el hombre y la mujer son iguales, esto es una falacia, partidista y con la que se pretende distraer y entretener a la opinión no formada, pues ya se empieza dividiendo a las “personas” en dos tipos, hombre y mujer, lo que da pie a una discriminación, que es lo que se quiere evitar, y además niega la evidencia de que, “por naturaleza”, son diferentes, en el aspecto, en sus funciones, en sensibilidades, etc., etc. Sin embargo, si el punto de partida es que “todas las personas”, como tales, son iguales y que por tanto también deben ser iguales sus derechos y deberes fundamentales en la sociedad, y a partir de ahí, el que sus funciones en la misma puede ser iguales en una buena parte, pero especificas, no iguales, en aquellas cuestiones en las que “la naturaleza” ha dotado mejor a unos que a otros, es casi seguro que el éxito en esta lucha sería más rápido y seguro, y las facultades mejor aprovechadas.

Si se dice que el aborto libre es un logro más para llegar a la liberación total de la mujer, esto es una falacia, partidista y con la que se pretende distraer y entretener a las mujeres a las que no se ha formado en lo que supone moral, personal y físicamente la relación sexual, o que la formación que se les ha dado es que las relaciones sexuales deben ser libres sin más, poco más o menos las que tienen los animales, llegar, oler y actuar, por instinto animal, no racional, es como decirle que la ampliación de su libertad es hacerle la cocina más grande. Si se educa y explica que el aborto es el último acto al que tiene que recurrir la mujer (y el hombre), ante embarazos muy determinados ya que siempre tiene consecuencias físicas, psíquicas y morales no deseadas para los afectados y allegados, se podría concluir que a esta acción, que debe contemplarse por la sociedad, sólo debe acudirse ante unas condiciones muy determinadas, y que en ningún caso liberan ni dignifican a la persona.

Si se considera a la mujer libre y mayor de edad para consentir relaciones sexuales con quien quiera a los 13 años, para abortar libremente a los 16, y para fumar y dar su opinión y participar libremente en la sociedad con su opinión y voto a los 18, esto es una falacia, partidista y con la que se pretende confundir a las personas que no han tenido formación, pues no sólo está discriminando a la mujer según la edad, sino que está contradiciendo totalmente lo que es la dignidad de la persona y el concepto de la libertad.

Si a las personas que trabajan y les retiran por ley una parte de su salario para cubrir las necesidades del Estado, cobrar una futura pensión o no quedar desamparado si se queda sin empleo, se le dice que el cobrar su pensión o un desempleo, es facultativo de las personas que gobiernan en cada momento y no un derecho que tienen, establecido por ley, esto es una falacia, partidista y con la que se pretende amedrentar o comprar a las personas que por falta de formación e información no conocen sus derechos.

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La cantidad de falacias con las que puede vivir y consentir un país, como consecuencia de la mala o falta interesada de formación de las personas, contribuye a que el pueblo se mantenga entretenido, desinformado, desunido y sometido, hechos éstos de la mayor importancia para el mejor desarrollo.

José Ant. Barrera

–El pespunte no se hace responsable de la opinión vertida por los lectores–

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