Este es el pueblo de Sevilla que parece sacado de un cuento de hadas


Enclavado en un valle dentro del Parque Natural de la Sierra Morena de Sevilla, este pintoresco pueblo ha atraído a viajeros y amantes de la naturaleza. Su paisaje, compuesto por casas blancas, mansiones señoriales y calles empedradas, se suma a su oferta turística variada. Los aficionados al senderismo y al turismo rural han encontrado en sus alrededores un escenario idóneo para desconectar.
Su historia se remonta a miles de años. Se han hallado vestigios arqueológicos en cuevas cercanas que datan de la época calcolítica. Durante la Edad Antigua, su localización favoreció el asentamiento de los celtas beturienses, quienes establecieron relaciones comerciales con fenicios y cartagineses. La presencia romana también ha quedado patente en la zona, con restos arqueológicos y la antigua calzada que la unía con importantes vías de comunicación de la Hispania romana.
De enclave estratégico a joya medieval
Durante la Edad Media, el lugar se consolidó bajo dominio musulmán. Su urbanismo inicial se centró en la Morería, un arrabal situado en la ladera meridional del cerro donde se levanta el castillo. Esta fortaleza, que hoy es un emblema local, ha resistido el paso del tiempo y es testimonio de un pasado convulso.
El lugar pasó a manos cristianas en 1247, cuando Fernando III lo incorporó al reino de Castilla. A partir de 1258, Alfonso X lo anexionó al Reino de Sevilla. Durante la Edad Moderna, su ubicación estratégica en la llamada Banda Gallega aseguró su papel en la defensa del territorio cristiano. En 1478, Rodrigo Ponce de León lo cedió a los Reyes Católicos, consolidando su posición dentro del Reino de Sevilla.
Constantina, un destino con sabor propio
Ya en la Edad Contemporánea, el pueblo sufrió los estragos de la Guerra de la Independencia. En 1810, el ejército francés ocupó sus calles, provocando una cruenta resistencia que costó la vida a cerca de 300 vecinos. En 1812, las tropas invasoras abandonaron la localidad, marcando uno de los episodios más trágicos de su historia. Años más tarde, Alfonso XIII le concedió en 1916 el título de ciudad, otorgándole el tratamiento de Excelencia.
Hoy, este pueblo de Sevilla es sinónimo de tradición, naturaleza y buena gastronomía. En el Paseo de la Alameda, siempre animado, se pueden degustar carnes de caza, embutidos ibéricos y setas silvestres. Un plato típico y sorprendente son las ancas de rana rebozadas. Para los más golosos, el convento de las monjas Jerónimas ofrece un turrón de chocolate elaborado artesanalmente.
También destaca la producción de anís y licor de guindas, dos bebidas emblemáticas de la Sierra Morena sevillana. Sus destilerías, abiertas al público, permiten conocer de primera mano el proceso de elaboración de estos licores tan apreciados.
Un destino para anotar en la agenda
Constantina ha sabido conservar su esencia a lo largo de los siglos. Su riqueza patrimonial, su variada oferta gastronómica y su entorno natural la han convertido en un destino imprescindible para quienes buscan historia, tradición y tranquilidad en plena Sierra Morena.