España va mal
No es ningún secreto: España va mal. Solo hay que saber mirar más allá del ombligo y la moqueta para darse cuenta de la deriva que lleva nuestro país. Tenemos un gobierno desestructurado, una galopante huelga de transportistas, un mundo rural encendido, una guerra a las puertas de Europa y un presidente que ante todas estas cuestiones capitales lo único que hace es silbar, tomar decisiones en secreto y desprestigiar a todos los que osan manifestarse contra su gestión tachándolos de ultraderechistas.
De ahí las necesarias e inesperadas palabras de Gabriel Rufián este miércoles: “la izquierda debe dejar de militar en la moral y empezar a hacerlo en la utilidad”, de ahí el crecimiento exponencial de Vox, ese que Sánchez se obstina en atribuir a postulados como los del diputado de ERC, cuando en realidad no tiene más origen que el de la desesperación de una masa social insegura que teme el devenir de esta crisis. No nos engañemos, a Vox lo alimenta Sánchez y lo alimenta toda esa izquierda narcisista que se cree en posesión de la verdad absoluta. A Vox le insufla poder Raquel Sánchez llamando ultras a los transportistas, a Vox lo alimenta esa rama de la izquierda mediática que ante el fiasco que supone que cientos de miles de personas que viven del campo salgan a protestar por las calles de la capital, decide atribuirle dicha convocatoria para tratar de desacreditarla cuando sabían que no era así. Vox junto con su sindicato, Solidaridad, había convocado una manifestación el sábado pasado frente a los ayuntamientos, la congregación no llegó a ser ni de lejos lo que esperaban. Pero claro, si se les da la posibilidad de apropiarse la histórica manifestación del domingo en la Castellana pues miel sobre hojuelas.
Ya da igual que los de Abascal hablen de Soros, de Greta, de Montero (cualquiera de las dos), de Botín o de cualquier otro punching-ball ideológico. A Vox ya le basta con meterlos a todos en una túrmix para conseguir lo que busca; el reconocimiento de la indignación. Esa gente ya no busca la razón, busca el poder aferrarse a algo, tener enemigos con los que poder desahogarse. Por eso Vox triunfa, porque le está poniendo a una gente desesperada una serie de peligros en una diana y les está diciendo que los van a atacar juntos. Por eso Vox se empecina en hablar de que la izquierda ha perdido la calle, por eso, y con razón, dicen que UGT y CCOO no representan a los trabajadores. Se lo están dando casi todo hecho y ellos tienen muy claro cuál es el camino.
Esa claridad dista mucho de la del desnortado PP de Feijóo que se nota que carece de una estrategia firme. De nada sirve vender moderación si luego decides salir y llamar al gobierno autista. O eres indie o eres punki, en política quedarse en tierra de nadie es quedarse sin votantes. Feijóo se ha caído del guindo de las mayorías galaicas y se ha dado de bruces con el sándwich mixto de la oposición nacional. Sánchez y Abascal asfixian, el propio partido asfixia. El gallego tiene que darse cuenta de con quien trata, Sánchez es un tipo capaz de virar en sus planteamientos a la velocidad del rayo, alguien al que no le pesa venderse como gran estadista europea y que luego aparece en la esquina en la foto, un tipo que sin encomendarse a sus socios de gobierno cambia 47 años de postura exterior. Solo habrá pactos de estado cuando a Sánchez le convenga utilizar a Feijóo para sacarse su retrato más centrado, mientras eso no ocurra, le seguirá acusando de blanquear a la ultraderecha, de pactar con ella en Castilla y León y de seguir la línea de Pablo Casado. El líder del PP tiene dos opciones; o planta los cimientos de su proyecto en la complicada y loable moderación en estos tiempos perversos o asume la doctrina Ayuso, esa que reza que la hipotética victoria ante Sánchez pasa por Vox y por muchos de sus postulados. Las cosas como son, parece que se avecina un nuevo 15M y los que mejor están sabiendo canalizar la indignación son los de Vox. Muchos millones van a tener que entrar para taponar esto.
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EL POYETE
Sevilla, 2001. Caballo de carreras de fondo, escritor de distancias cortas. Periodista, bético, sevillano.