Espada envainada, llegan los golpes en el pecho de María Jesús
El sanchismo ya se impuso en Andalucía. El líder del que fuera el Partido Socialista Obrero Español —yo ya no reconozco nada de eso en la formación socialista— ya plantó por estas tierras su soberanía nacional nombrando al ahora derrocado Juan como su candidato frente a la entonces todopoderosa Susana. Eso es habitual, es algo que ha pasado, y seguirá pasando, en varios territorios de España. Lo que es menos usual es que el sanchismo gane sobre el sanchista. El harakiri del virrey nombrado por el rey para dejar paso a la regente designada por el soberano.
Y eso es lo que ha pasado en nuestra tierra. Resulta que Espadas envainó su hoja no tan afilada como le reclamaban desde Madrid y dejó el proyecto serio del contacto constante con el pueblo para dar pábulo a la consejera eterna de las Juntas socialistas relacionadas con los ERE. A la ministra de Hacienda que, con acento seseante, defendió a capa y espada —otra vez ese fantasma ya del pasado
— aquello del concierto económico catalán y, por ende, la desigualdad territorial entre españoles. A la del jefe de Gabinete señalado por un tal Aldama que se encuentra bajo inspección severa de la Justicia. A la mismísima lideresa, golpes en el pecho incluidos, de la convención de Ferraz de apoyo al marido de Begoña que, por lo que fuera, se había cogido cinco días para pensar si seguía al frente del Gobierno.
“Sólo una opción podía hacerme cambiar de opinión”, dijo Espadas al abandonar su candidatura a la reelección como secretario general de los socialistas andaluces. La opción de no ser el candidato de Moncloa, claro, porque ese puesto estaba predestinado para la comandante Montero, aquella elegida por su notoriedad, por ser conocida en su tierra, por ser aclamada allá donde va como un referente de sincero andalucismo. O eso pensarán por los Madriles, donde siguen creyendo que una petición de nueva sentencia a la Audiencia Provincial de Sevilla por parte del Tribunal Constitucional por dudar de la dureza de algunas condenas de los ERE ha servido para que los andaluces se olviden de que el mayor caso de corrupción de la historia de España sentó sus bases en la puerta de su vecino.
“Noticias falsas”, alegó María Jesús en su entrada triunfal a Sevilla haciendo referencia a la macrocausa, a su juicio, inventada por el PP y un par de sentencias judiciales sin mayor importancia. Así marcó territorio la vicepresidenta y ministra de Hacienda —cargos que seguirá desempeñando porque hay tiempo para todo— a orillas del Guadalquivir. Con sus proclamas al aire, con sus pseudodatos de lo mal que nos va, con sus gritos de batalla y su forma de hacer política exaltada. Aunque, esos gestos desorbitados, ese desrepeto a los oponentes políticos, esos golpes en el pecho que alientan los rugidos de los tuyos; son los mismos que espantarán al pueblo andaluz, acomodado en la estabilidad y arropado por el cálido manto de una sociedad moderada.
LARGO DE PENSAR
Montilla, Córdoba. Periodista de los de antes, columnista del ahora. Escribo como tomo un buen vino: saboreando los matices.