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Esa cosa

Esa cosa

 

Vicente Del Bosque ni mucho menos tiene el carácter duro de aquél entrenador austriaco (Marx Merkel) que aplicaba durísimos controles disciplinarios a los jugadores del Sevilla. Manuel Jiménez Páez, el buen meta ursaonés que defendiera la portería sevillista vivió in situ lo que digo.

Del Bosque es un bonachón de fisonomía franciscana que lo mismo advierte del peligro del colesterol que apela al talante condescendiente: «Cada uno tiene derecho a expresar lo que piensa y cómo desea vivir» dice.

Sí, pero es de recibo que bajo el sol que brilla se llame a las cosas por su nombre, y tras una metedura de pata intencionada no vale aquello de ¡ah!, es que esta persona es así ¿Así cómo?

El buenísmo y la condescendencia en España no siempre es la mejor receta. El invento nefasto de Suárez de los 17 cafés ni ha sanado heridas ni sanará mientras el nacionalismo rabioso y la enfermedad infantil de la izquierda de este País de omitir su identidad nacional persista.

Markel Susaeta es un pamplina maleducado, seguramente, en una Ikastola vasca que inculca la fobia a España. Con las mismas credenciales abertzales ha evitado, en un feo gesto, pronunciar lo prohibido para tanto vasco, y además cobrando.

Porque esa es otra. Debido a la llamada de esa «Cosa» que niega nombrar, teniéndola en la punta de la lengua, se hará más millonario. El hipócrita jugador bien podía esperar a jugar con la selección de Euskal Herria, ya no tendría que firmar manifiestos a favor de proetarras ni de independencia (lo certifican las hemerotecas).

A la pregunta: ¿qué sientes al oír el himno español? Javier Clemente respondió en una ocasión que nada, solo respeto, el «lo,lo,lo» no le conmueve. Ocurre lo mismo con Pujol, Piqué, Xavi… (catalanes ellos, siguen a la espera de ver luz en el túnel que les lleve a Ítaca) continúan sin interesarse por la cultura de Rinconete y Cortadillo, pero muestran con rigurosa profesionalidad un gran respeto.

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Para jugar en la selección de España (mal llamada «la roja», esa era «la Pasionaria») no es imprescindible compartir ideologías y culturas distintas, se exige sudar la camiseta y dar alegrías a la afición que sufre y paga. Si te interesa vienes y si no te quedas en tu casa, o en tu «país».

¡Ea! Mi gozo en un pozo y un orgasmo retenido. Yo lo hubiera hecho debutar de titular para sustituirlo a los tres minutos del inicio del encuentro, lo justo para oír las notas musicales que tanto odia para vergüenza suya y de los suyos.

Y puesto a tragarse el resentimiento mamado le hubiera impartido sesiones físicas por los campos de Salamanca al ritmo del pasodoble Su Majestad «El Viti». La posibilidad de que esta cosa no vuelva a jugar con mi «Cosa», en mayúsculas, estaría garantizada.

¿Será que a Del Bosque la Marca España, la de su tierra, le importa lo mismo que los Archivos de Salamanca?


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