Leyendo ahora
¿Es realmente un síndrome la “Depresión Postvacacional”?

¿Es realmente un síndrome la “Depresión Postvacacional”?

Con la vuelta a la rutina después de Semana Santa, seguramente, hayamos oído hablar a alguien de nuestro alrededor sobre “Depresión Postvacacional”, pero ¿en qué consiste concretamente esta expresión?

Se trata de un estado de tristeza, apatía, desgana, cansancio, entre otras sensaciones, que es común experimentar al volver de unas vacaciones. Pues, ¿quién no ha tenido o tiene un poco de pereza o tristeza al volver al trabajo después de un día de relax? ¿No crees que es normal que nos cueste trabajo volver a la rutina después de haber estado varios días o incluso semanas, pasándolo bien y desconectando de las tareas cotidianas?

A pesar de que experimentar estas sensaciones después de unas vacaciones puede ser normal o incluso sano, en los últimos años, esta desgana, cansancio o tristeza han pasado a llamarse “Depresión Postvacacional”. De esta forma, cada vez son más las etiquetas, especialmente, referidas a trastornos, síndromes o cualquier aspecto de la salud mental, que incorporamos en nuestro diccionario y lenguaje cotidiano, sin saber realmente qué significan o su aval científico. Como consecuencia, nos encontramos ante una sociedad cada vez más etiquetada y patologizada, pero sin recursos ni herramientas para hacer frente a todo lo que conlleva, emocional y socialmente, el hecho de tener una etiqueta. ¿Y si en vez de buscar nuevos conceptos o expresiones patológicas, intentamos entender qué es lo que nos ocurre y actuamos al respecto? ¿Crees que el etiquetarnos nos ayuda?

El encontrar un nombre para aquello que nos ocurre nos puede aliviar en un momento dado, pero a medio-largo plazo, puede ser contraproducente. Pues si realmente se trata de un estado de tristeza que requiere atención especializada, llamar “Depresión Postvacacional” a lo que nos ocurre, puede llevar a que justifiquemos dicho estado y no seamos conscientes de que necesitamos ayuda profesional y que, por tanto, no la pidamos. Y si, en cambio, meramente, se trata de un estado anímico normal y esperable ante la vuelta a la rutina, el etiquetarnos de dicha forma fomenta que actuemos conforme al síndrome o trastorno que creemos que tenemos dando lugar a la “profecía autocumplida”. Es decir, como nos creemos que lo que nos ocurre no es normal y tenemos un síndrome depresivo, inconscientemente las decisiones que tomemos en este caso, irán encaminadas a cancelar planes y actividades agradables para nosotros incrementándose así la probabilidad de que desarrollemos ansiedad o depresión.

La necesidad de etiquetarnos solo nos conduce a patologizarnos como sociedad, consumir fármacos y confundir cuándo realmente necesitamos ayuda y cuándo es normal cómo nos sentimos. ¿De verdad funciona y vale la pena poner tantas etiquetas?

Paula Morales Olivares

Instagram: psicopaau

Twitter: paulamool

Facebook: Paula Morales Olivares

 

El Pespunte no se hace responsable de las opiniones vertidas por los colaboradores o lectores en este medio para el que una de sus funciones es garantizar la libertad de expresión de todos los ursaonenses, algo que redunda positivamente en la mejora y desarrollo de nuestro pueblo.

View Comments (0)

Leave a Reply

Your email address will not be published.