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Es mi opinión

Es mi opinión

Va para tres meses que contacté con El Pespunte (maravilloso informativo digital de todo lo que concierne a Osuna) y he conseguido gracias a la labor y empeño de jóvenes universitarios ponerme al día con la villa ducal en la distancia. Al día en lo cotidiano y evolución de las maneras y formas de pensar de mis paisanos con comentarios y opiniones aquí vertidas. De las novedades importantes siempre estuve al corriente a través de los lazos familiares, amigos que atrás dejé y por el amor a mi tierra del que siempre presumí, así como, de noticias negativas acaecidas en la villa que fueron expandidas por medios televisivos y demás, con sobresaltos que no voy a nombrar porque no tienen nombre.

Después de no pocas dudas, he decidido dar el pistoletazo de salida y verter esta opinión muy personal que fue madurando con el devenir de los años. Dudas, por conseguir o no, sin letras apelotonadas un nivel llano, cual ciclista desea en la etapa, sin caer en los fáciles argumentos de lo que tantas veces se ha escrito de la cruda y mísera realidad de los años en que me tocó respirar a orujo y masticar espigas verdes. Años donde le dábamos los últimos tragos a la leche en polvo y el reclamo turístico no existía. No había nada que vender ni era reconocida la bonita historia y artística de la villa ducal.

Fácilmente, acabaría este folio con sólo hacer comparaciones, si bien quiero ahondar en el error (en mi opinión) de aquellos ursaonenses que sin voluntad ninguna y, menos sentido del ridículo, continúan abonado al desapego y se empeñan en malinterpretar la causa romántica de una vejez histórica de la ursao íbera y milenaria, o la de una añeja cultura renacentista y de restos postrados en las tripas de la colegiata que nos pertenece. Ursaonenses negativos que se miran el ombligo creyendo ser el centro del universo, olvidando que somos positivamente la diana geográfica y un referente en Andalucía, oxigenándonos con aires serranos y marineros de capitales de provincias a dos pasos de la torre amuñonada de la Colegiata. Ursaonenses observadores tras las rejillas sospechosas y siguen con la aldaba y el potro atrancando la libertad de aquellos otros ávidos de dar a conocer un orgullo real y bien entendido mas allá de las Turquillas. Reducto extremado de clasistas de cemento colorao que siguen exprimiendo la cultura del terruño y, aun, se niegan a remover las fanegas de tierra calma sembradas de miserias y egoísmos años atrás, culpando al solano como causante de que se despeluquen los sentimientos, que saben que se les pasó la fecha de caducidad y se niegan a reconocer que hoy no hay excusa para seguir en la línea retrógrada con fantasmas del pasado.

El desaborido aire solano de levante no es exclusivo de Osuna -esto lo digo yo-, en Écija fermentan a sus toreros, cantaores en la Puebla y, cómo no, los mantecados en Estepa y les aseguro que el solano mandó y seguirá mandando al garete (mientras la naturaleza no lo impida) las ilusiones y el bolsillo de algún que otro feriante emprendedor de estos contornos, así como, tampoco revoletean por estas ciudades las sombras de ningún noble linaje que también los tuvieron, en algún caso con los mismos intérpretes.

Este bello pueblo de Osuna no está exento de tributar ni regar con levadura los recursos artísticos que posee, (una vez liberado de un caldo de cultivo en desuso y poco continuistas que abandonaron la herencia monumental y culta de los Téllez Girón a su suerte). Osuna está falta de gentes que cundan con el ejemplo, una escasez negativa convertida en idiosincrasia con el paso de los años.

Desde este medio moderno, decirle a los responsables, políticos y dirigentes locales (de ideales diversos) que entran y salen del Consistorio con las carteras oficiales llenas de proyectos, mentiras o verdades, que hacen un flaco favor, si no responden a lo prometido y dejan de usar como moneda corriente los capotazos y quiebros a la abundante sencillez y confianza del pueblo, su pueblo, al que deben de apreciar antes que su profesión. Responsables de mandar e ilusionar, (que no subyugar con vicios de dotes heredadas) inculcar a los jóvenes la cultura ursaonense a temprana edad y en su justa medida, realzando los valores mas positivos. (Ellos serán el mejor reclamo turístico el día de mañana vendiendo su infancia, sus recuerdos, en definitiva, nuestra historia) así como, simular en lo posible los defectos y carencias, archivando de una vez por todas las tristes candilejas que iluminaron la penumbra que ilustra esta crítica inofensiva y el teatro de la historia de Osuna. Este pueblo no puede seguir presuntuosamente estancado ni estar sometido a un modo de vida dividido en la sociedad, unos añorando fantasiosamente los recuerdos de un lejano brillante pasado y otros desorientados ignorando el mismo. Siempre existirán las diferencias de clase, claro que sí, sólo que las raíces, costumbres y tradiciones de un pueblo, se preservan con la participación integra de todos los ciudadanos, sin distinciones de zócalos ni recelos del gentilicio, sean de la fotogénica calle San Pedro o de la interminable calle La Cruz. Siempre habrá entre los ursaonenses una noble clase inferior menos instruida (entre los que me incluyo) los que nunca nos importó si el material arenisco extraído de la entrañas del hoy y siempre escenario de la verdad de Osuna (El Coto), es o no una piedra dura, para eso ya están los geólogos… creo que se llaman.

Lo importante, es elevar a la categoría que corresponde, ni más ni menos, el sentido del aprecio y estar orgulloso de lo que te rodea y no empañar la retina ante el ocre de la monumentalidad mas agradecida junto, a la piel blanca por la cal de los rincones de nuestro pueblo, independientemente de que la cultura y mayoría de edad se adquiriera vareando olivos. Ante esta escasa toma de conciencia y falta de principios que noto en Osuna, me pregunto ¿cómo es posible que exista este desaire teniendo una materia prima de tanta calidad? Siento decir que, pensaba ya erradicada esa idiosincrasia recelosa y negativa de mal trato para con lo nuestro aún presente en cualquier rincón de mi memoria. Dejemos reposar el argumento más rico y romántico que poseemos los ursaonenses, el legado de una noble estirpe, uno de los más importantes de Andalucía la baja (según genealogistas) que para sí la quisieran núcleos que comparten el solano, que no asolanado, pero, no por eso, se escape el tren de la modernidad y, con ello, el más importante patrimonio, el de los hijos que llegan pidiendo paso entre las calles adoquinadas, el futuro de la villa ducal. Tren que aparcó hace años el ferrobús, la locomotora cochinita y, por cierto, el olor a linimento -el tío del bigote- en el orujero campo de fútbol de Espuny.

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La verdad tiene dos sabores: uno dulce para quien la dice y otro amargo para quien la oye. Francisco Rodríguez Marín.

Gracias a El Pespunte y a Manuel Fernández, noto un cierto repelús (escalofrío) en la piel que me obliga a formularme una pregunta ¿Alguna vez me fui de mi pueblo?

Antonio Moreno Pérez


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