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Entrevista a José Ferrón Torres. «Un cantaor honrado»

Entrevista a José Ferrón Torres. «Un cantaor honrado»

Siempre le tuve a Pepe (yo nunca lo llamé José) una consideración especial como cantaor. Es por ello que tenía ganas de entrevistarlo y hablar con él de flamenco para El Pespunte. Los aficionados de Osuna deben saber algo más de este cantaor de carácter extrovertido, en ocasiones, hasta límites engañosos para aquellos que de flamenco y sensibilidad saben lo mismo que yo de la Biblia. “Pepe me abre la puerta de su casa y la de su alma de artista honesto y serio. Un cantaor que prefiere expresar «el desgarro por una emoción de la vida» (que diría Paco Toronjo) antes que repetir letras manidas de soleares en la barra de un bar. Así es Pepe, y así me lo cuenta.

 

Pepe ¿A qué edad notas que el gusanillo del flamenco te empieza a rondar?

A los 12 años. A esa edad ya pegaba la oreja cada martes a una radio para escuchar un programa de flamenco. No vengo de una dinastía cantaora reconocida, pero aún me resuenan los ecos de mi padre, mi madre y, sobre todo, mi hermana la mayor ¡Qué gusto para el oído! Recuerdo a los vecinos de patios colindantes cómo se subían a la bardilla para disfrutar de esa voz preciosa que lavaba ropas en el lebrillo.

 

¿Cuándo te das cuenta de que el cante iba a ser importante en tu vida?

Más o menos por ese tiempo. Recuerdo el primer disco que grabó José Menese en el 63, y cómo «Joseito Furriña» me llevaba a la «venta de los pajaritos» (un bar a la altura de Pinichi) que era quien tenía el disco. Al llegar le decía que lo pusiera para que yo, niño todavía, lo escuchara embobado sentado en la puerta. Otro momento fue cogiendo aceitunas al lado de un gitano, del cual no me acuerdo su nombre, aunque conservo una foto suya, él fue quien motivó mi preocupación por aprender e investigar en el flamenco. En una ocasión, aún no había cumplido los 15 años, me pidió parecer sobre quién hacía mejor el cambio por seguiriya de “Santiago y Santana”, si Manolo Caracol, Chocolate o Gabriel Moreno. Le dije que el sonido de Caracol y la calidad siguirillera de Chocolate eran indiscutibles, pero que a mí me llegaba la voz más actual y el “pellisquito” del cantaor de Linares. No he olvidado el gesto que tuvo este gitano de Osuna al regalarme un disco que me hizo feliz.

 

Además de en la radio ¿en qué otro sitio escuchas flamenco en Osuna?

Me gusta esa pregunta. Antes eran muy celebradas las “tomas de dichos» entre las parejas que iban a casarse, lo que daba lugar a que se festejaran con juergas flamencas. Recuerdo que siendo muy chico me pegaba a mis hermanas mayores para colarme y disfrutar hasta las tantas del arte que allí se ofrecía. En fiestas de esas llegué a escuchar a Jarillo o ver bailar a un tal Antonio que era acomodador del cine San Pedro que lo hacía muy bien.

 

Llegas a Cataluña con 17 años y con el referente de Camarón ¿te gustaba?

¡A quién no le gustaba Camarón entonces! Me impactó la frescura y la fuerza con la que irrumpió en el flamenco, ese quejío salvaje que enganchó a la juventud y, dicho sea de paso, tan necesario era. Camarón fue un adelantado a los tiempos flamencos ¡Lástima que nos dejara tan pronto! Poco después me atreví a incluir unas bulerias suyas en un disco compartido que se grabó en directo con Manuel López, Ramón el Cumbreño, Antonio Peña, Andrés Márquez y el tío Canal y Paco Manzano el «Gato» a la guitarra.

 

Después viene la pasión por el mairenismo ¿Cómo fue?

Todo comienza en 1969 ya en Hospitalet. Llegué un viernes y el sábado ya me llevaron a la recién fundada peña de Antonio Mairena. Ahí me encuentro con ursaonenses vinculados al flamenco: El «Bobi» (gran compás el suyo) Enrique el “Melli” (hermano del “Titi”), Enrique «el bailaor” o Juan Lobo. Con Juan aparecieron rápidamente recuerdos no muy lejanos de cuando los chiquillos robábamos las almendras en la casilla ferroviaria del mismo nombre en Osuna, o cómo nos subíamos a las sorritas que transportaban agua a los casilleros. A Juan Lobo le unía una gran amistad con Antonio Mairena. La pasión que por él sentía no tenía límites. Cuando me escuchó cantar por primera vez ante el público de la peña me dijo: » Niño, puedes cantar lo que te dé la gana, pero si quieres ser un buen aficionao tienes que empaparte de esto (mientras señalaba a los archivos discográfico de Antonio Mairena). A partir de ahí comencé a interesarme por la obra discográfica del maestro y a valorar la capacidad de crear y engrandecer los cantes que Mairena tenía.

 

Tengo entendido que Antonio Mairena vino en varias ocasiones a su peña de Hospitalet ¿llegaste a conocerlo?

Le conocí y canté con él. La primera vez que vino me pilló en la mili y no pudo ser. Al año siguiente regresó para el Broche de Oro y Ciclo de Conferencias. La noche anterior al festival en el Teatro Juventud se rodeó de los aficionados de la peña para echar un rato de cante en el local social. ¡Por cierto! Te cuento una anécdota que quizás no sepas: Y es que, en una ocasión, Mairena llegó procedente de Ginebra (Suiza) acompañado de nuestro paisano Pepe Romero con el piano incluido. Estaba prevista la actuación de cantaor y pianista. Pero resulta que el piano de Romero no entraba por la puerta causando un preocupante nerviosismo entre los presentes, hasta que, por fin, se pudo sacar la puerta del tirón y serrar el marco de la misma (risas).

 

Pepe, como tantos aficionados, tú también padeciste la ingratitud de los concursos ¿qué opinas de ellos y qué premio ha sido el más importante?

Independientemente de la ingratitud, yo estoy a favor de que existan los concursos. Como dice Fosforito: «los concursos tienen que existir porque es donde se observa la estética del cante». Es verdad que yo lo pasaba muy mal, nunca estuve preparado para exteriorizar los sentimientos a la hora que un sorteo o unos señores del jurado lo decidiera. Aún así no me puedo quejar de los premios obtenidos. ¿Importantes? para mí todos han sido importantes, quizás el Premio de Honor “Pollo de Oro” en Ripollet sea, por la juventud que tenía (20 años) y por el nivel de los concursantes que allí se presentaban, el que más me llenó de satisfacción. A nivel personal los concursos me enriquecieron, en la Unión conocí a Luis de Córdoba, Antonio Piñana y gente importante del ámbito flamenco.

 

A propósito de Fosforito ¿está en buenas manos la Llave de Oro?

Sin duda. Creo que cuando se concedió la IV a título póstumo a Camarón me pareció bastante circunstancial, aunque solo por la capacidad y el duende de este cantaor para trasmitir el flamenco a la juventud ya le hacía merecedor de la misma. Fosforito es un maestro con una trayectoria amplia y ejemplar. Las cuerdas vocales enmudecieron su cante, pero, aquí lo tenemos derrochando sabiduría de su magisterio por donde quiera que va.

 

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En Cataluña hay un ramillete de cantaores, guitarristas o bailaores nacidos aquí ¿háblame de las peñas y la influencia de las mismas?

Si hoy el flamenco en Cataluña es el que es, es gracias a la labor de las peñas, que nadie lo dude. Puedo decir, a mis 61 años a punto de caer, que tengo la sensación del deber cumplido, el orgullo de ver que mereció la pena inaugurar y cantar en no sé cuantas peñas y festivales. Orgullo, porque, como tú dices, hoy en Cataluña hay un flamenco y se canta un flamenco. He visto a Maite Martín con 12 años de la mano de su padre que la traía para oírme cantar, al igual que Miguel Poveda a los 14, o la Ginesa Ortega muy niña. Ahora viene otra nueva cosecha, algunos tú los conoces: Ismael Cabrera, Ángel Márquez… (Éste, además de bailar canta extraordinario el tío). Llegarán a ser importantes, o no, pero me llena de satisfacción saber que, tanto unos como otros, son producto del esfuerzo y la cultura generosa que sembramos en esta tierra.

 

Pepe también eres un gran saetero, algún que otro premio lo avala, háblame de las saetas.

¡Ojú! Sólo de pensar en ellas me duelen los riñones (risas). La saeta es un canto acoplado a distintos palos del flamenco que requiere unas cualidades, independientemente de los conocimientos cantaores que puedas tener. ¡Por cierto! Hoy Osuna ocupa un lugar importante en el mundo de la saeta gracias al concurso Carmen Torres y a los hermanos Cuevas (Manuel y Evaristo). Manuel, además, es un gran cantaor, que camina en la línea para traspasar esa medianía artística que siempre persiguió a Osuna; ganar la Lámpara en la Unión no es fácil.

 

Para acabar: ¿Llegaste a escuchar a Carmen Torres?

¡Pues verás! No sabría decirte si era ella o no, sólo sé que con 8 ó 9 años, cuando salía Jesús Caído en la Merced, escuchaba a una mujer vestida de morado que cantaba saetas poderosamente. Yo diría que sí, que era ella.

 

Intentaré sacarte de dudas. Muchas gracias Pepe.

 

A continuación puedes escuchar un villancico, muy propio para estas fechas, del protagonista de esta entrevista. Para escucharlo haz click aquí.

 

Antonio Moreno Pérez


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