
Estos días es lo de Milei. Pero antes fueron los indultos, la amnistía, la carta y la falsa reflexión, el lawfare u otras, tantas que ya ni nos acordamos, es fácil perder la cuenta. Llevamos casi un año de legislatura y no hay una sola medida adoptada por el bien de los ciudadanos -ayer tuvieron que retirar la Ley del Suelo para evitar otra derrota-. ¡Con la que está cayendo! Con los problemas que tenemos, dentro y fuera de nuestras fronteras, y nuestros dirigentes a lo suyo. El presidente Sánchez parece llevar a rajatabla aquello que decía Edmond Thiaudière de “la política es el arte de disfrazar de interés general el interés particular”.
La Administración pública sirve con objetividad a los intereses generales, dispone la Constitución, pero, a estas alturas, no parece que nadie se lo pueda creer. Vivimos en la confrontación y toda estrategia pasa por ahondar en diferencias y reforzar los muros. El consenso, al que tanto han apelado nuestros políticos, ha dejado paso a la polarización.
En este ambiente, nos llama la atención, encontrar estos días justo lo contrario. El conocido como Plan Romero, el operativo de emergencias de El Rocío, y que esta romería ha cumplido 40 años es, quizás, uno de esos ejemplos de colaboración entre administraciones de distinto color político que tanto demandan los ciudadanos. Posiblemente, la excepción que confirme la regla. Más allá de los 7.000 efectivos, el uso de inteligencia artificial y la apuesta tecnológica para velar por la seguridad del más de millón de personas que en ella participan y proteger el medio ambiente y el bienestar animal, lo más significativo es el trabajo en equipo y coordinado de las distintas administraciones. Agentes de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, protección civil, agentes sanitarios… Cada uno de ellos con dependencia orgánica diferente pero unidos para un mismo fin. Coordina la Junta, pero participan el Estado, varias diputaciones y muchos ayuntamientos. Prevalece la seguridad de la romería por encima de los colores políticos.
El Plan Romero es un ejemplo de coordinación entre administraciones que da buenos frutos. Seguro que hay más en otros puntos de España. Pero nuestros políticos se empeñan, por incapacidad o por interés electoral, en fomentar la división. La política es gestión, resolver problemas y no crearlos. El camino, nunca mejor dicho, está marcado, sólo hay que seguirlo.

POR DERECHO
Abogado, socio-director Bufete Rodríguez Díaz. Profesor en la Universidad de Sevilla (US), Universidad Pablo de Olavide (UPO) y Loyola Andalucía.