En recuerdo a la profesora María Serrano Fernández
El jueves pasado me encontraba en el hermoso Palacio de la Magdalena, en Santander, moderando una mesa de debate sobre los retos del estudiantado en el marco de la nueva Ley Orgánica del Sistema Universitario, cuando recibí un mensaje que me heló la sangre: mi compañera María Serrano Fernández, Catedrática de Derecho Civil, acababa de fallecer. Ya estaba advertido de que su estado de salud desgraciadamente había empeorado en los últimos días, pero el conocimiento de lo inevitable no atenuó el dolor, la impresión y consternación que me invadió en ese momento. La distancia, la soledad y la imposibilidad de acompañar a su familia y colegas en Sevilla agravaron mi tristeza y me llevaron a recordar y recopilar mentalmente todo lo que significó María para la comunidad universitaria de la UPO.
Ante todo, fue una gran docente, una profesora de Derecho Civil que impartió clases durante más de treinta años en hasta tres universidades andaluzas: la Universidad de Huelva (donde se inició y aprendió los secretos del oficio), la Universidad de Sevilla (donde defendió su tesis doctoral) y la Universidad Pablo de Olavide, en la que consolidó definitivamente su brillante carrera académica. Recuerdo cómo preparaba sus clases con enorme rigor, siempre preocupada por aportar a sus estudiantes esa imprescindible formación práctica y cercana a la realidad, especialmente a partir de la implantación del conocido modelo Bolonia en el sistema universitario español. Y es que, para ella, parafraseando a Giner de los Ríos, el estudiantado era el centro indiscutible de la actividad universitaria.
Su formación, disciplina y capacidad de trabajo le hicieron además progresar en la siempre dura y complicada carrera académica, hasta alcanzar el puesto de Catedrática de Universidad. Conocí y contemplé de primera mano todos los sacrificios que como mujer, madre y esposa tuvo que hacer para alcanzar su sueño, superando incontables barreras y obstáculos que lamentablemente siguen existiendo y que explican por qué las mujeres, a pesar de ser mayoría en la Universidad, están infrarrepresentadas en las cátedras. Hay que insistir una vez más, en homenaje a María, en la necesidad de que este vergonzante techo de cristal se elimine cuanto antes con políticas efectivas de igualdad que permitan que la Universidad sea un fiel reflejo de nuestra sociedad.
Hay, en cualquier caso, un dato básico de la vida de María sin el cual resulta incomprensible su trayectoria académica: la poderosa presencia de su maestra, la siempre añorada profesora Rosario Valpuesta Fernández, primera Rectora de la Universidad Pablo de Olavide. “Rosy”, como era conocida por todos nosotros, dirigió con acierto su carrera universitaria desde un principio, orientándola sagazmente hacia el mundo de los estudios de la propiedad intelectual, un campo muy específico y complejo al que María dedicaría toda su vida, convirtiéndose en una de las expertas más importantes con las que contamos en nuestro país. No en vano, el pasado mes de julio, haciendo gala una vez más de su coraje y vocación académica, asistió como ponente a un seminario internacional sobre propiedad intelectual celebrado en la prestigiosa Universidad de Harvard, cerrando, de esta brillante forma, su ingente aportación científica a este campo del conocimiento.
Pero además de todo ello, que no es precisamente poco, María forma parte de ese reducido grupo de personas que se incorporaron desde sus inicios a la recién creada Universidad Pablo de Olavide, y que con su arrojo, trabajo y talento pusieron los sólidos cimientos de esta institución de la que tan orgullosos nos sentimos. Y lo hizo asumiendo importantes responsabilidades de gestión en todo momento: responsable del Área de Derecho Civil, secretaria del Departamento de Derecho Privado y Decana de la Facultad de Derecho. Ejerció todos sus cargos con seriedad, dedicación, diálogo y cercanía hacia sus compañeras y compañeros, involucrándose y trabajando siempre por el bien común de la UPO.
Como pueden ver, la trayectoria de la profesora María Serrano es la propia de una universitaria de alto fuste, docente de raza, incansable investigadora y dedicada gestora de lo público. Se entregó en cuerpo y alma a la Universidad Pablo de Olavide, aportó muchísimo, y por eso, como compañero, soy consciente de lo mucho que la echaremos de menos. Siempre te recordaremos querida María.
Catedrático de Derecho Civil
Rector de la Universidad Pablo de Olavide, de Sevilla