Cuarto Domingo de Adviento

Hoy, día en el que se enciende la última vela de nuestra Corona de Adviento virtual, celebramos en la Iglesia Católica la liturgia familiar. Se enciende la última vela, morada, en honor a María quien es «Morada de la luz».

Se recomienda poner en un lugar especial la corona de Adviento con alguna imagen de la Virgen, crear un ambiente de recogimiento con poca luz y rezar en torno a ella.

Para este último domingo de adviento, textualizamos el Evangelio del día:

«Mateo 1:18-24
18 La generación de Jesucristo fue de esta manera: Su madre, María, estaba desposada con José y, antes de empezar a estar juntos ellos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo.
19 Su marido José, como era justo y no quería ponerla en evidencia, resolvió repudiarla en secreto.
20 Así lo tenía planeado, cuando el Angel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo.
21 Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.»
22 Todo esto sucedió para que se cumpliese el oráculo del Señor por medio del profeta:
23 Ved que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel, que traducido significa: «Dios con nosotros.»
24 Despertado José del sueño, hizo como el Angel del Señor le había mandado, y tomó consigo a su mujer.»

Reflexión (D. Raúl Moreno Enríquez, párroco de La Victoria – Osuna -): 

La propuesta para este domingo es la de recapitular todo en Cristo. Bien dispuesto todo para que nos nazca el Mesías-Enmanuel debemos, de manera intencionada reunir lo que se nos ha regalado en este tiempo de Adviento para sentarnos en la Pascua de Navidad a comer con Cristo.

Isaías nos insista a que el tiempo de Dios está por llegar si nosotros somos capaces de vivir bajo su autoridad proyectada en María. Todo confluye en la historia de cada ser humano que puesta a la luz del Altísimo se convierte en Historia de Salvación como se nos muestra en la segunda lectura de este cuarto domingo de Adviento. Todo ello para confluir en un evangelio en el que se nos hace notar la responsabilidad que tenemos de hacer continua esta Historia, a la vez que real.

María es para nosotros cauce de preparación puesto que, a través de su incansable intención de servir, presta su vida para que se cumpla todo el objeto de Dios para con nosotros.

La pregunta sería: ¿estoy dispuesto a prestar mi vida para hacer aún más continuada la historia de Dios en el mundo o más bien sirvo de piedra de corte con mi actitud y mi increencia para que esta siga su curso?

Comenta con Facebook

Noticias Relacionadas