Con el permiso y la venia de José Manuel Haro – cronista de la sección compañera El Pespunte Taurino – me dispongo a escribir este artículo crónica-opinión de lo acaecido el sábado 2 de noviembre en Osuna.
La Villa Ducal, desértica ciudad de iglesias toreras, disfrutó de la presencia de un valiente ursaonense ante la mirada de una imagen mariana dolorosa de nuestra localidad. Pues ante la suerte presentada de Gonzalo Cruz en su pueblo, ante su gente y ante un novillo con hechuras y cuidado de la ganadería de Julio de la Puerta, instantes previos se dispuso a rezar delante de María Santísima en su Soledad y Amargura, devoción arraigada en la familia Cruz Díaz. Gonzalo, con sus hermanos – María, Rafael y Jaime -, así como sus padres – María Dolores y Rafael – son fieles devotos de esta imagen mariana de la Hermandad del Santo Entierro y, como buenos cristianos que me profesa que son, se presentaron con el novillero vestido de luces ante la hechura de la Virgen, expuesta en Besamanos.