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El paso del tiempo

El paso del tiempo

Desde estas páginas, éste que escribe, conocedor de la labor que desde esta página contribuís a dar información de las “cosas” de Osuna, quiero comunicar algo.

El pasado día 12 de enero de este año 2.008 salió San Arcadio, un año más, por las calles de Osuna. Orgullo y tremenda satisfacción que corren por las venas de los que han sentido y sienten, a esta Hermandad como algo propio, o del pueblo, de toda la gente que defienden y saborean el espíritu de la tradición y el respeto por todas estas cosas.

No he escrito antes porque me ha llenado de tristeza, dolor y malestar, sobre todo, la brutal agresión que este joven de Osuna sufrió el referido día, y que pienso que de alguna manera, debería hacer plantearnos muchas cosas que nada tienen que ver con los políticos, los religiosos, los policías, las clases sociales, etc, etc.

He leído todos los comentarios que hasta el día de la fecha se han vertido sobre el asunto, y, cómo no, opiniones las hay de todos los gustos. De esas opiniones habría que sacar, pronto, una idea común, y plasmarla en un foro adecuado, que fuera capaz de llegar a todos y cada uno de nosotros, en la medida que nos toque, y nos sintiéramos con la suficiente fuerza de conseguir una plataforma cívica capaz de hacer llegar a la ciudadanía, tan sólo el respeto hacia los demás, y con eso estoy completamente seguro, se potenciaría en cada hogar de este maravilloso pueblo, que todos asumiéramos nuestra función de velar por nuestra propia seguridad y la de nuestros hijos y vecinos.

Mi ánimo a la familia afectada, se lo transmití en el momento en que tuve conocimiento de lo ocurrido, y por cercanía, amistad o simplemente por cordura y vecindad, saben que estoy con ellos.

En segundo lugar, y al hilo de los comentarios que han surgido con la procesión, y la crítica a los costaleros, también quiero manifestar algo.

Decir que ser de San Arcadio, para mí, siempre es como volver a nacer, ya que en ello va mi nombre y el recuerdo de mi padre (Manolo Pérez “el pescaero”), que junto a unos intrépidos valientes (Jose Rodríguez “pepito el del agua”, Pepe Pozo, Pepe Rivera “el de ancá Rivera, Triburcio…), soñaron y consiguieron refundar una Hermandad que por aquellos tiempos era una tarea tremendamente difícil.

Pero lo lograron, y se desvivían codo con codo con las Hermanitas del los Pobres, porque la fe, la bondad, la caridad, la razón de ser de cualquier humano de nuestro pueblo, se plasmaba en cada acto que ellos organizaban tanto con los ancianos de este pueblo y su comarca, como con los más desfavorecidos. A todos llegaban.

Estas personas, trabajadoras, hacendosas, tremendamente implicadas en la tarea que se habían impuesto, se vieron desoladas anímicamente, rotos sus corazones y hechos añicos su alma, cuando su Asilo, su precioso Asilo con sus viejecitos, mudó de lugar, para poner en su sitio un Instituto.

Tras sentirse desanimados, y siguiendo su estela, resurgió ese espíritu que ellos nos habían marcado, y siendo aún estudiantes y algunos menores de edad, reemprendimos la labor que ellos habían dejado, de espolear la grandeza de Hermandad que había en aquellos años, de sacar a relucir las enseñanzas que nos habían inculcado – el amor al prójimo, la caridad, la honradez y sinceridad con las personas-, en fin, tantas y tantas cosas, que en la mente de los que seguimos aún pervive la grandeza de aquellos momentos vividos.

El tiempo ha pasado, y la labor de la Hermandad ha continuado, con vaivenes, dimes y diretes, pero siendo una realidad plasmable, responsable y viva en muchos aspectos, aunque bien es cierto, que nuestra lucha en estos tiempos que corren, como en otras muchas Hermandades, se limita tan sólo a la salida en procesión de nuestro sagrado Titular.

Quiero manifestar que soy consciente de que mi situación, (separado, viviendo en pareja –muy feliz por cierto-, y con hijos), es compleja, tanto para esta Hermandad como para otras que me han tendido la mano y por ello, parece ser que la imagen de la misma, se podría ver dañada con mi presencia como capataz.

Ante esta circunstancia, la nueva Junta de Gobierno, a instancias de D. Mariano Pizarro Lueno, director espiritual de esta Hermandad, ha decido quién debe ser capataz de San Arcadio.

Por ello, sólo me queda por decir:

Gracias:

A mi Junta de Gobierno, que dirigida por Manolín Sarria, junto a Jose Bejarano, Óscar Hinojosa, Antonio Flores, Jesús Persiana, Antonio Bermúdez, Rafael Galván, etc, etc, me prestaron apoyo, humildad y compresión en los momentos en los que más lo necesitaba, no vacilando en mantenerme como capataz y hermano de ellos a pesar de las críticas recibidas.

A José Antonio Cabello, Carlos González, Curro Pérez, y algunos más, que en aquella época de 1.996, también contribuyeron con sus opiniones a que se mantuviera mi puesto de capataz.

Al Padre Manuel, ya que sus palabras me han reconfortado enormemente, y el día después de San Arcadio, bautizó, en una ceremonia magnífica a mi hija Carmen.

A Manuel Serrato, que recuerdo fué unos de los primeros que conoció mi separación matrimonial, y me dio un golpe en el pecho, diciendo: “Saca San Arcadio, yo estoy contigo”. (No se me olvidará, hermano Manolo).

A la Hermandad de la Virgen de los Dolores, que me ha hecho entrega de un cuadro de su SAGRADA TITULAR, en atención a mi “implicación” en aquellos momentos duros del año pasado, cuando llovía a la entrada y había aglomeraciones en el final de su Estación de Penitencia. Queridos Hermanos, siempre estaré a disposición de cualquier cosa que pueda engrandecer y sentirnos unidos en nuestra Semana de Pasión.

A Enrique Longay, Javi Gómez y mi hermano Chico, por lo que ellos saben y sus amigos y hermanos también.

A mi familia, cómo no, y no hace falta explicar el por qué.

Deseos:

Que los Hermanos que votamos el pasado día 23 de diciembre a la candidatura que se presentó para Hermano Mayor (Cesar Dúque Serrato), hagamos un cuerpo único para darle fuerza y moral con la que abordar esta nueva Junta de Gobierno que él ha formado con ilusión, entereza y garantías en el apoyo.

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Al nuevo Capataz de San Arcadio (Jesús Bellido Plaza), para que haga caso omiso a los comentarios anónimos vertidos sobre la procesión, porque conociendo el oficio como lo conozco desde hace veinte años, soy consciente de que la dura realidad, es que nunca se hace bien, siempre hay fallos y para mí, que estuve a su lado durante todo el recorrido, hizo una labor encomiable, teniendo en cuenta su juventud y la de la cuadrilla de costaleros de San Arcadio.

Hablando de costaleros, a todos los que como se ha reflejado anteriormente, han desfilado con San Arcadio bajo mi voz, así como a todos los que compartieron unos años las trabajaderas cuando, cómo no, también tuve el honor de llevarlo sobre mis hombros.

Ruegos:

Porque la Santa Madre Iglesia, entienda de una vez por todas, que lo que merece la pena, es acercar, no alejar, y para ello, transcribo textualmente, lo que un día, hace años en el tríduo de San Arcadio, predicaba el sacerdote:

“Hay que dejar los formulismos, tradiciones y actitudes negativas que no harían otra cosa que dar pasos hacia atrás en los objetivos de la Iglesia”.

Creo que quiso decir, que en los tiempos que corremos, de violencia, hipocresía, cinismo, sinrazón, familias desestructuradas, etc., etc., la Iglesia puede ser nuestro cobijo. ¿De verdad puede ser eso lo que quiso decir?.

Yo, desde el día mismo en que se causó mi separación matrimonial, tuve que renunciar a seguir siendo Hermano Mayor de la Hermandad de San Arcadio, así como a miembro de la Junta de Gobierno de la Hermandad de la Vera-Cruz, y lo entiendo perfectamente, ya que son cargos representativos al ser eso, Junta de Gobierno.

Lo que no puedo entender, es que después de veinte años de capataz, once de ellos separado matrimonialmente, se aproveche el cambio de Junta de Gobierno para, como si no hubiera pasado nada, se cambie de capataz, cuando es un cargo que no figura entre los miembros que forman parte de una Junta de Gobierno.

Mi ilusión, como la de todos los miembros de la anterior Junta, era la de dejar el cargo que ocupaba en la Hermandad, cuando nuestros hijos nos tomaran el relevo. Yo no lo podré hacer, pero espero con ansia que llegue el momento en que, como me dijo mi hijo de doce años –por cierto, también se llama Arcadio-, este año el día de la procesión, él pueda ser Capataz de San Arcadio.

PD: A mi difunto PADRE, Manolo Pérez, refundador de la Hermandad de San Arcadio Mártir, Patrón de Osuna en el año 1.963; a mi difunto hermano Rafael Pérez, primer capataz del paso a hombros de San Arcadio Mártir. ¡VIVA SAN ARCADIO!

Arcadio Manuel Pérez Alcázar-Caballero


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