El Emperador desnudo, la OTAN y Don Quijote
EL CIBERDIVÁN, LA OREJA DE FREUD.
Psiquiatra psicoanalista impulsó la reforma psiquiátrica “salta la tapia” en el hospital de Miraflores. Fue Director de la Unidad de Gestión Clínica (UGC) y Coordinador de la Unidad de Salud Mental Comunitaria del Hospital Universitario Virgen del Rocío de Sevilla. Autor de numerosos artículos científicos. Tiene dos libros publicados: Psicoanálisis medicina y salud mental, y La religión en el diván.
El cuento del rey desnudo está en distintas culturas; hay versión española del Conde Lucanor, siglo XIV, pero la versión más conocida es El traje nuevo del emperador, por Hans Christian Andersen en 1837. Un emperador vanidoso es engañado por dos sastres estafadores. Le convencen de que pueden tejer un traje mágico que es invisible para cualquier persona que sea inepta o estúpida; así les facilitan oro, plata, para su confección. El emperador y sus cortesanos, temiendo parecer tontos, fingen ver el traje, participando en una procesión pública donde el emperador «lleva» el traje inexistente. Cuando un niño inocente grita que el emperador está desnudo, se desvela la verdad.
La moraleja del cuento, estimados lectores, al final como es lo habitual.
La cumbre de la OTAN en La Haya, celebrada el 24 y 25 de junio, ha sido un bochornoso espectáculo social. Acaparado por el presidente estadounidense Donald Trump, presidida por el secretario general Mark Rutte, su palmero, y la participación de otros 31 dirigentes, 30 europeos. Parecían una comparsa de pelotas y aduladores de la estrella televisiva estadounidense, un paripé en donde todos dicen que sí al mandón, le siguen la corriente y después vaya usted a saber.
Observé en directo la rueda de presa —perdonen un lapsus calami— , de prensa, del presidente Trump, con un formato a su gusto. Los periodistas, cual grupo de niños de 7 a 10 años, levantan la mano y se agitan para que la profesora se fije en él o ella y le tire una de las golosinas que reparte. Donald disfrutando de repartir el único premio que reconoce —el de su persona— decide quién le pregunta. Las respuestas son una gran farsa, le salen del ego; es un ser engreído, faltón, bocazas, mentiroso si le interesa, inestable e irritable si le llevan la contraria. La escenografía: él en el estrado con dos escuderos, su secretario de Defensa y su secretario de Estado.
Dio turno a una periodista española, mostró respeto por nuestro país y, a continuación, soltó su irritación: uno de los 31 le ha llevado la contraria. El español Pedro Sánchez le dijo no a su imposición del gasto del 5 %, propuso otra cosa. De su enfado pasó a las amenazas: le puedo romper su economía, y pagará, claro que pagará, como dice un matón, por la fuerza; a él no se le lleva la contraria.
Poco antes, Pedro Sánchez había dado su rueda de prensa. Él solo en el estrado, alicaído, más delgado, se le había visto aislado en el grupo de dirigentes. Se empeñó en explicar que la postura española era muy coherente con los fines de la OTAN, no un ataque a ella. Dígame lo que tengo que hacer y yo gastaré lo necesario para hacerlo. También tengo otras necesidades, es algo lógico. Además, el palmero oficial de Trump, el secretario de la OTAN, le había firmado esa fórmula. Solo escuché un comentario sobre esto, fue del primer ministro belga, De Wever, que dijo:
«Sería genial ver que puedes hacer lo que está calculado que es un 3,5 % por un 2,1 %, como ha dicho Pedro Sánchez. Si él puede hacerlo, es un genio. Y por supuesto, la genialidad me inspira.»
Me vino la imagen: tiene el genio español, ha sido un auténtico Don Quijote, él solo luchando contra los gigantes, que después resultó que eran molinos de viento, como puede pasar con el 5 % de Trump. Quijote que defiende lo justo y empatiza con sus semejantes aunque se equivoque.
Lo de que hay que gastar todos el 5 % es orden de matón del barrio. Como ETA y su impuesto revolucionario de protección, pero que aquí lo cobra la industria bélica americana, y quizás Trump va a comisión.
La reunión de La Haya ha sido el cuento del emperador desnudo: todos diciéndole qué lindo va vestido, con su 5 %, su palmero y su corte diciendo qué lindo traje para todos, y el que no lo vea, es tonto. Menos mal que ha habido un Don Quijote español que ha desvelado la verdad. El rey está desnudo, los sastres son los que se llevan el oro del traje.
Moraleja del cuento:
“No tiene por qué ser verdad lo que todo el mundo dice.”
Trump presume hasta de lo que no tiene; el peligro es que creamos que lo tiene. Sus respuestas no hay que tomarlas muy en serio, tampoco en broma. Lo que es cosa de psiquiatra, se lo digo yo por experiencia.
