El chef José Andrés nombrado gaditano de adopción, usease un pisha
Es esta una noticia positiva que sirve para refrescar el verano, junto a la olimpiada que nos entretiene. Son necesarias estas noticias porque el verano sigue cargado de noticias oscuras: guerras, problemas ambientales, catástrofes naturales, problemas políticos… Y es que el chef José Andrés ha recibido el premio de gaditano de adopción, recientemente entregado en Zahara de los Atunes.
Lo primero que tengo que decir es que es un tipo para adoptarlo, pero no porque esté huérfano, que va, que familia y amigos no le faltan, sino por hacerlo de la familia. Les cuento por qué lo digo: por circunstancias de mis veraneos gaditanos, yo, que vivo en Sevilla desde mi niñez, soy un “miarma” adoptivo. Coincidí con él compartiendo una pequeña urbanización de veraneo en familia durante unos cuantos años, cuando él no era un personaje tan conocido.
Es un tipo para adoptarlo, este asturiano que ha conseguido triunfar en Estados Unidos y en el mundo. A los 21 años se marchó a trabajar en la cocina de Cataluña a Nueva York, terminando en Washington. No se especializó en cocina de autor, sino en dar de comer con alegría. Cuenta con más de treinta restaurantes por todo el mundo y también ha tenido programas de televisión de cocina. Desarrolla una admirable labor social y humanitaria, que empezó hace muchos años en Estados Unidos y desde 2010 sigue con su ONG, World Central Kitchen, dando de comer al hambriento, alegría imprescindible en las circunstancias catastróficas en las que interviene, como catástrofes naturales en Haití o guerras como Ucrania o Gaza. Ha sido Premio Princesa de Asturias de la Concordia en 2021. También ha puesto de comer a Obama en la Casa Blanca, tiene la nacionalidad americana desde 2013, y también ha dado de comer a nuestros Reyes y sus invitados en el Palacio Real. Incluso ha tenido un pleito contra Donald Trump, porque rompió un acuerdo para poner un restaurante en un edificio de él, tras las declaraciones impresentables que hizo contra los emigrantes mexicanos, y no lo perdió. Habla de un hombre de principios y humanitario, que en el programa televisivo de Calleja que le entrevistó, le respondió sobre este pleito: “Yo no estoy contra nadie, sino que nos vaya bien a todos”.
José Ramón de nombre y Andrés de apellido, es un tipo para adoptarlo, pues en esos años de veraneos familiares en la Costa Gaditana del Estrecho, también conocida como Euscadiz por lo buenos y grandes vascos que acoge, o Cadizfornia, por el gran ambiente de apertura y libertad, y que demuestra la gracia de los “pishas” para describir las cosas, fue él quien nos adoptó. Nos organizó un delicioso evento que desde entonces organizamos: una fiesta culinaria familiar en la que cada una de las 11 casas pone algo de comer y de beber y compartimos, y los niños con cacerolas la anunciaban. Es lo que él ha seguido haciendo por el mundo, compartir la alegría de comer, incluso aunque sea la única cosa posible en circunstancias adversas.
Gracias, José Ramón, por tu paella y otros detalles culinarios que disfrutamos como vecino y sobre todo por tu humanidad. Felicitarte por este nuevo galardón y agradecerte que te hayas acordado de los langostinos de Sanlúcar en la entrega de tu premio. Se lo merecen. Gracias por cómo eres y lo que estás haciendo por hacer de este mundo un lugar más habitable, dando la alegría de comer.
EL CIBERDIVÁN, LA OREJA DE FREUD.
Psiquiatra psicoanalista impulsó la reforma psiquiátrica “salta la tapia” en el hospital de Miraflores. Fue Director de la Unidad de Gestión Clínica (UGC) y Coordinador de la Unidad de Salud Mental Comunitaria del Hospital Universitario Virgen del Rocío de Sevilla. Autor de numerosos artículos científicos. Tiene dos libros publicados: Psicoanálisis medicina y salud mental, y La religión en el diván.