El arte de decidir: un baile transformador entre la razón y la emoción


Cada elección que tomamos, por pequeña que sea, dibuja los contornos de nuestra vida. A veces elegimos con claridad, sin esfuerzo y como de manera espontánea y lógica, como quien enciende una vela en la oscuridad para sentirse alumbrado. Otras, sin embargo, suponen prender la mecha de la incertidumbre, entrar en una espiral de pensamientos que nos hace sentir atrapados en un cruce de caminos donde el corazón grita, a través de sus latidos, una cosa y la razón susurra otra. Pero hay algo que pocas veces consideramos; incluso cuando no elegimos, estamos tomando una decisión. Cuando suponemos que todas nuestras elecciones deben ser “acertadas” nos encorsetamos, pudiendo incluso delegar la elección al tiempo, al azar o a los demás, sin darnos cuenta de que el no elegir está dejando el barco de nuestra vida a la deriva.
Un filósofo resumió la esencia de los pensamientos de Aristóteles en la siguiente frase: “Somos lo que hacemos repetidamente. La excelencia, entonces, no es un acto, sino un hábito”. En este sentido, podemos trazar caminos que nos faciliten esa acción de elegir a medida que vayamos repitiendo esta práctica. Solo de esta manera, podremos ampliar la conectividad sináptica de una de las áreas de nuestro cerebro que participa en esta acción: corteza cingulada anterior. Este hábito de actuar, de elegir, es lo que da forma a nuestra existencia. Y es que, los cimientos de ese camino hacia la elección se conforman bajo el paraguas de un diálogo permanente entre el sistema límbico y la corteza prefrontal. Estas dos fuerzas empujan con matices diversos; el primero de ellos es esa brújula instintiva que nos impulsa enérgicamente a sentir, actuar y correr. Sin embargo, el segundo es esa orquesta sistemática que crea melodías a largo plazo con instrumentos de planificación, capacidad de juicio y reflexión. Ambas fuerzas, ambos sistemas deben fluir hilvanando una coreografía perfecta. Aunque a veces sus pasos no acompasen, el arte de la elección consiste en sincronizar las fuerzas y los ritmos. De esta forma, las elecciones más sabias son aquellas que surgen del resultado de este baile entre estructuras. Cada elección es un puente que construimos entre lo que somos y lo que queremos ser. Cuando no elegimos, estamos dejando en manos de otras personas o de lo externo, el esculpir de nuestra esencia. Y aunque es cierto que nuestro contexto y círculo de influencia también influyen en el esbozo de nuestro ser, en el poder de la elección consciente y presente está el movimiento de esa gubia que talla las sendas y circunvoluciones de nuestro cerebro.
Si queremos ser proactivos, si queremos dejar huellas profundas, si queremos transformar nuestro ser hacia nuestra mejor versión, debemos incorporar en nuestra práctica diaria la elección, pues cada decisión que tomamos es una oportunidad para conocernos mejor. Aprender a escuchar de manera equilibrada al corazón y a la razón permitirá que construyamos una vida auténtica y significativa.
Recuerda entonces que, en cada cruce de caminos, en cada elección, en cada baile de estructuras, hay una semilla que guarda ese poder transformador. Escoger con valentía, elegir con amor y marcar cada paso, creará ese sendero imperfecto y admirable que es la vida y sus circunstancias.
Referencias:
Carlson, N. R., & Birkett, M. A. (2021). La emoción. En Fisiología de la conducta (139 ed., pp. 419-457). Pearson Educación.
García Andrade, A. (2019). Neurociencia de las emociones: la sociedad vista desde el individuo. Una aproximación a la vinculación sociología-neurociencia. Revista Mexicana de Sociología, 81(1), 39-66.
Irazu Garitaonandia, L., & Campillo Soto, Á. (2024). La conexión cuerpo, mente y emociones, y su relación con la salud y enfermedad. Journal of Neuroeducation, 4(2), 85-100.

UBUNTU
Profesora de la Facultad de Enfermería, Fisioterapia y Podologia (Universidad de Sevilla) desde 2002. Máster en Estudios Avanzados sobre cerebro y Conducta (2007) y Máster en Atención Temprana. Miembro del grupo de investigación CTS-305. Coordinadora del programa de optimización al desarrollo y Atención Temprana en la Universidad de Sevilla.
Ha participado en formaciones relacionadas con la inteligencia emocional, con la diversidad funcional, con la Neurociencia y neurología, con la fisioterapia y su aplicabilidad y con la gerontología, tanto para profesorado y profesionales como para estudiantes.