¿Dónde hay que apuntarse?

Lo leí y no me lo podía creer. En principio, era un titular más, pero no pude pasar de largo. Me detuve y lo volví a leer, como hipnotizado, incrédulamente: Sueldo vitalicio, despacho y chófer: los privilegios que tendrá Aragonés como expresident tras perder las elecciones. Me parecía, sin saber mucho de política, que Aragonés no llevaba demasiado tiempo de presidente de la Generalitat catalana ni me parecía que fuese muy mayor como para hablar ya de cobrar una pensión. Entonces decidí buscar más información, consulté varios periódicos y, efectivamente, Pere Aragonés sólo tiene 41 añitos y sólo ha estado 3 años ejerciendo como presidente de Cataluña.
Si, tras el titular, uno sigue leyendo, se entera de que, tras dejar el cargo de presidente, el exmandatario percibirá el 80% de la retribución -en asignaciones mensuales- por un período equivalente a la mitad del tiempo que ha ejercido el cargo y, como mínimo, por una legislatura. Es decir, durante los próximos cuatro años, Pere Aragonés percibirá una asignación mensual de 9.078’5 euros brutos. (¡Brutal, tú!)
Y, si uno sigue leyendo, se entera de que cuando el expresidente catalán cumpla los 65 años podrá acceder a la pensión vitalicia, es decir, que percibirá el 60% de la retribución mensual que le ha correspondido como presidente. Además, Aragonés también puede percibir la dotación necesaria para cubrir los gastos de una oficina personal, tener tres empleados a su cargo, un coche oficial con chófer y un servicio de seguridad para protegerle.
Hace unos días, Pere Aragonés anunció que no recogería su acta de diputado y que abandona la primera línea política. Se ha dado unos figurados golpes de pecho -¡por mi culpa, por mi culpa, por mi grandísima culpa!- sobre los malos resultados obtenidos por su partido en las elecciones autonómicas catalanas. Pero, sea culpable de los resultados o no lo sea, quién elige pasar de presidente a diputado si, en el otro lado de la balanza, tiene los privilegios citados -blindados, por cierto, por un Estatuto de los expresidentes de la Generalitat-.
Pero este artículo, esta reflexión, no va de catalanes, ni de independentistas; daría lo mismo si ocurre u ocurriese en cualquier otra comunidad. Esto va de que el Salario Mínimo Interprofesional está en 1.134 euros –no sé si brutos o netos-, esto va de que hay muchas mujeres trabajando limpiando casas y cuidando personas mayores por 8 ó 10 euros la hora, esto va de una oferta de empleo que realiza un nuevo hotel en Benidorm para “kellys” -camareras de piso- consistente en 1290 euros brutos, esto va de que el subsidio agrario es de 570 euros durante los seis primeros meses del año, etc, etc.
Y esto va también de preguntarse por qué en las últimas elecciones catalanas no votaron 42 de cada 100 votantes, va de por qué en las últimas elecciones municipales no votaron 36 de cada 100 votantes, va de por qué en las últimas elecciones generales no votaron 33-34 de cada 100 votantes y 200.673 y 380.580 votaron en blanco al Congreso y Senado respectivamente, y votaron nulo 264.360 y 559.603 al Congreso y Senado respectivamente.
¿De qué va esto? ¿Qué le pasa a la gente? ¿Está la gente desganada, desencantada, harta,…? ¿Está la gente en blanco? ¿Qué quiere expresar la gente en esos votos nulos? ¿Tiene que ver la abstención con los privilegios de unos y de otros y de los de más allá, y tienen que ver la abstención y los votos nulos y en blanco con esta parte oscura de la política y esta desigualdad ante la ley y este desigual reparto de la riqueza?
¡Brutal, tú! ¿Dónde hay que apuntarse?
