Digresión sobre lo inútil

Creo que estaremos de acuerdo en que una taza es más elegante que un vaso, que tomar un café, un té, una tila, una manzanilla, una infusión cualquiera en una taza es como más elegante –sin llegar a la cursilería- que hacerlo en un vaso. Sin embargo, no sé si les ha ocurrido lo que me ha ocurrido a mí en varias ocasiones, y es que me han puesto el café -en un bar, cafetería o restaurante- en una taza en cuya asa no podía meter el dedo. Meter el dedo en el asa de una taza –disculpen la cacofonía- es, a mi parecer, consustancial con la propia naturaleza de la taza, si no, ¿para qué sirve dicha asa? Tener que tomarte una bebida en una taza en la que no puedes meter el dedo te obliga a una de estas dos alternativas: a coger la taza como si fuese un vaso, esto es, sin usar el asa para nada, o a coger la taza por el asa con la punta de los dedos pulgar e índice, lo cual es incómodo por muy poco que pese la taza, tan incómodo que casi obliga –no sé por qué- a poner estirado el meñique –y ahí sí entramos ya en el terreno de lo cursi-, y casi obliga también, debido a esa incomodidad que parece que la taza se te va a caer, a apoyártela en la palma de la otra mano. ¿Si o qué?
¿Y qué decir de los cepillos eléctricos para el lavado de dientes? Si algo le sobra al ser humano es energía y habilidad para mover un cepillo de dientes. Gracias a la psicomotricidad gruesa (hombro, codo) y a la psicomotricidad fina (muñeca, mano, dedos) disponemos de un amplio espectro de movimientos para hacer trabajar el cepillo normal dentro de nuestra boca (arriba, abajo, izquierda, derecha, por aquí, por allí,…). Pero es más chic y cómodo el cepillo eléctrico, como comprar las pipas peladas o comprar un aparato que te mueva las piernas mientras estás sentado en el sofá en vez de salir a andar, correr o hacer gimnasia.
Una de las cosas más inútiles que hace el ser humano –aunque esté en otro orden de inutilidades- es fumar. Cuesta dinero, mina la salud, joroba a los que no fuman, repercute en los bebés que se están gestando,… Pero ahí está. Estamos todavía en la era fumeolítica del hombre –y la mujer-.
Sí ha habido inventos que, pareciendo tontos o intrascendentes, han sido, en cambio, muy prácticos. Como lo de aplicar o poner un palito a un caramelo o, dicho de otro modo, el invento del chupachups –marca registrada- y la piruleta, que, antes de su invención, chuperretear un caramelo se convertía en una guarrada si al niño o la niña le daba por sacárselo de vez en cuando de la boca para darse un respirito y volvérselo luego a meter. O el invento de la fregona –invento español de 1964-, que todavía recuerdo de mi niñez a las mujeres fregando suelos y escaleras con una algofifa –así la llamábamos en mi casa, aunque este término no venga en el diccionario y sí venga aljofifa, término que no oí nunca a nadie y me suena fatal-; las mujeres, como digo, tiradas por los suelos las pobres, que sólo acordarme ya me duelen las rodillas y los riñones. ¡Lo que han pasado las amas de casa sin fregonas, sin lavadoras, sin frigoríficos, sin agua corriente en las casas, sin…!
Tal vez, este artículo sobre lo inútil sea un artículo inútil teniendo en cuenta cómo está el mundo y las muchas cosas importantes sobre las que se puede escribir, por eso la semana que viene hablaremos del Gobierno.
