Destrozando estereotipos y fortaleciendo un mito
Crítico taurino de El Pespunte
Destruir tu historia mientras la agrandas, mientras la fortaleces, debe ser difícil. ¿Será consciente Morante de ello? ¿Es consciente de que está destruyendo todos y cada uno de los clichés que le han acompañado durante su carrera? Las lenguas de contrarios -que Dios se apiade de ellos-, de los propios aficionados y, sobre todo, del público, han hecho que Morante de la Puebla caminase durante su vida alrededor de mentiras, todas ellas diluidas en sus más actuales obras. En su plenitud, además del gozo del aficionado, reflexiones que engrandecen al genio sevillano. El rabo cortado en la tarde de ayer en Salamanca es un suceso más apuntado en la lista de 2025, un año histórico para el toreo traído bajo el hacer de Jose Antonio. Un año en el que se reafirman numerosas verdades que el torero grita cuando se cruza, cuando remata, cuando se dobla, etc. Cuando torea.
En las tascas de las ciudades, cuando se habla de Morante se habla con máximas autoimpuestas por quienes más las exaltan. En esos corrillos, donde los aficionados ya son minoría indetectable, siempre están esos que, haciéndose llamar aficionados, atacan bajo esas ideas que ahora brillan por su ausencia. “Morante torea cuando quiere”. Ahora quiere siempre. Siempre está dispuesto o lo está en un altísimo porcentaje de las veces a lo largo de la temporada. Niveles muy por encima de otras épocas por las que pasó este torero. Acudir en estos momentos a una plaza de toros a ver a Morante de la Puebla es asegurarse, además de los detalles de torería absoluta que lo completan, una ristra de buenos pasajes hasta con el más desfavorable de los oponentes. Ahí están las faenas que han sacudido a la Maestranza desde 2021.
Relacionamos este tópico saltamos con el más repetido entre los que sí frecuentan en más ocasiones las plazas de toros. “Morante necesita su toro”. Desde esa ya citada temporada del veintiuno triunfando en Sevilla –y en más sitios- con toros inválidos a los que, no se sabe cómo, ha acabado cortándole las orejas por la vía del toreo más profundo. Media plaza pidió la devolución de aquel toro de Matilla allá por la Feria de San Miguel de 2022 con la que estuvo a punto de, quién sabe, si cortar un rabo previo al ya paseado en 2023. Si nos venimos a esta temporada, la Feria de Abril que ha echado Morante de la Puebla es otra muestra de ello.
El público, sin razón para ello, también le atribuía la falta de valor. Más certeramente: miedo. Citaba Sixto Naranjo, en una de las retransmisiones en Telemadrid, que parece que el genio tiene una obsesión en los últimos tiempos por pasárselos más cerca que nunca. Desde luego, sólo basta con mirarle a Morante la taleguilla para atestiguar que lejos, precisamente, no se los pasa. El ajuste está siempre presente en cada gran faena que deja este histórico torero.
En definitiva, ha roto los estereotipos atribuidos al torero de arte. Ha conseguido deshacer todos los erróneos clichés para engrandecer al torero, que, por cierto, ha recuperado a la persona que lo encarna. Debemos caer en todo lo que ha hecho. Debemos ser conscientes. Qué delicia. Qué maravilla.
