Desde mi calle – La procesión va por dentro
Este año el virus nos ha pillado por sorpresa, pensando que no sería para tanto. Este año no han procesionado los pasos por pueblos y ciudades. La llegada de la primavera nos tiene recluidos en nuestras casas a la espera de que la situación de la pandemia mejore. Quiero referirme a lo que la Semana Santa tiene de especial para quien nunca la vivió y que se ha acercado a ella en los últimos años. La Semana Santa no la veo como lo hace un buen cofrade, sino como lo hace un escéptico ante el hecho religioso. Para quien la vive como un excepcional hecho cultural, como es mi caso, la Semana Santa merece estar entre los eventos más importantes del año. Me apasiona ver la multitud que se arremolina ante la salida de los pasos. El silencio que en momentos importantes se deja oír. El canto de los pájaros, el olor de las flores y sobre todo la música que rodea y envuelve el ambiente tan único. La música de la Semana Santa es de las más emocionantes que he sentido, ya sean las marchas procesionales o las saetas tan increíblemente profundas.
En Cataluña, la presencia de la emigración andaluza ha dejado consigo un buen número de procesiones y actos relacionados con la Semana Santa. Personalmente, he disfrutado mucho de momentos en L’Hospitalet y su cofradía de los 15 + 1, donde, cuentan las crónicas, un grupo de amigos de Osuna, en medio de una fiesta matinal, se propusieron fundar la cofradía, algo que con el paso de los años se ha consolidado, siendo la más multitudinaria de Cataluña. La Madrugá la he vivido en varias ocasiones en Sant Vicenç dels Horts, donde la Virgen de la Soledad y el Cristo de la Salud cuentan con una cofradía originaria de los pueblos de Jaén y donde, año tras año, primeras firmas del flamenco se dan cita en sus calles. Fue precisamente con motivo del pregón de esta Semana Santa, donde pude admirar el cante de Manuel Cuevas y su voz tan acoplada a la saeta más genuina.
Las procesiones de Barcelona ciudad tienen también la esencia de la emigración andaluza, con pasos de la Macarena o de la Virgen de las Angustias, las cuales recorren las calles más auténticas del centro de la metrópoli. Son las famosas Ramblas y La Catedral las partes más emblemáticas del vía crucis del Viernes Santo.
Espero que el año que viene la Semana Santa nos traiga de nuevo todo su esplendor cultural y gastronómico y que podamos disfrutar de la entrada de la primavera con nuestras familias y amigos, como manda la tradición. Ojalá tenga la oportunidad de acercarme a Sevilla o a Osuna y vivir de cerca todo lo especial que tiene esta fiesta en lugares tan especiales y simbólicos, en lo personal y en lo colectivo. Esperaremos pacientemente a que llegue 2021 y dejemos atrás este momento tan angustioso.
No me quiero despedir sin dedicarles mi recuerdo más afectuoso para quienes han padecido el golpe del Covid-19 y para las familias que han sufrido la pérdida de algún ser querido.
Les dejo una breve reflexión de Gaelia sobre las adicciones y la autodestrucción, muy oportuna en estos tiempos de tribulaciones víricas.
Juan Zamora Bermudo
HACIA LAS TINIEBLAS
Nuestra amistad ha llegado al punto de la absorción, de la falta de voluntad. Hago lo que ella quiera, sin pedirle nada a cambio. Y no necesito rogárselo porque me lo da todo. Porque me lleva hacia lo salvaje. Porque me ha atrapado en su espesa tela de insecto venenoso y me ha inoculado su flujo amoroso. Porque cuando me chupa la sangre, me siento bajando a las tinieblas de las que no puedo escapar y cuando todo acaba, me propongo que esa será la última vez que lo haga. Quiero resistir y huir de este lugar inmundo clavado en un sótano lleno de ratas y cucarachas. Esta amistad no me conviene, aunque me apasione. Será porque soy un hombre casado o porque la enfermedad que me ha contagiado me recome el hígado, los riñones y no puedo con los temblores, con los sudores. Y pasan las horas y la echo de menos. Su voz, su risa, su pelo, su inteligencia y todo lo que me susurra me vuelven loco. No hice caso a quienes advirtieron que ir más allá era un suicidio, una locura. Y fui más allá y ahora mataría por un susurro, por una dosis.
© Gaelia 2016
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