Del Teatro Echegaray al Álvarez Quintero: Un repaso por los 130 años de historia del teatro de Osuna

Osuna ha despertado de un largo letargo cultural y social. Ayer, viernes 18 de octubre de 2024, el Teatro Álvarez Quintero reabrió sus puertas después de permanecer cerrado más de 40 años. Lo que muchos ven como una simple inauguración es, en realidad, el inicio de una nueva era en Osuna que ya forma parte del ciclo histórico de más de 130 años que tiene este edificio.
El teatro, que fue construido a finales del siglo XIX y que ha estado en proceso de restauración durante más de quince años, vuelve a la vida en un momento en que gran parte de la población desconoce su importancia y su relevancia pasada.
Este emblemático edificio, que ha sido testigo de la transformación social y cultural de Osuna desde su creación, ha renacido gracias a un arduo y costoso proceso de rehabilitación. Sin embargo, la historia del Teatro Álvarez Quintero es mucho más profunda y fascinante de lo que muchos podrían imaginar.
Todo comenzó en 1874, cuando la localidad carecía de un espacio adecuado para albergar representaciones teatrales, obligando a los ursaonenses a disfrutar de espectáculos al aire libre, en plazas públicas.

A partir de 1880, las compañías de teatros ambulantes y portátiles comenzaron a llegar a Osuna, presentando zarzuelas, dramas y comedias. La necesidad de un teatro estable se hizo más evidente y en 1883 apareció un pequeño teatro de verano llamado «Romea», ubicado en la plaza de Santo Domingo, como mencionaba el periódico local El Ursaonense en su edición del 24 de julio. Pero fue en 1888 cuando la idea de un teatro de verdad cobró fuerza. El periódico El Vigilante anunciaba, el 6 de diciembre, que la idea de la construcción de un teatro en Osuna ya estaba en marcha.
En 1889, la sociedad anónima, ‘La Unión’, adquiere un solar de 450 m2 más una alhóndiga -centro de venta de grano- al Ayuntamiento de Osuna y en 1890 se inicia la construcción bajo la dirección del arquitecto Juan Talavera de la Vega (el arquitecto del Costurero de la Reina en Sevilla) a la vez que se realiza también la obra de remodelación del Casino.
La financiación de esta obra fue gestionada por la sociedad ‘La Unión’ que a través de la venta de acciones a 250 pesetas, lograron reunir una cantidad importante: 25.600 reales. En 1891 comenzaron las obras del Teatro Echegaray, pero pronto los fondos se agotaron, y la sociedad pidió al Ayuntamiento una subvención de 15.000 pesetas. Finalmente, el Cabildo concedió 6.250 pesetas, y así, el 19 de marzo de 1894, desde entonces ligado al Casino de Osuna, el Teatro Echegaray abrió sus puertas proporcionando a Osuna un lugar cubierto para representaciones teatrales.
El nombre Echegaray fue en honor a José Echegaray, célebre político madrileño, ministro de Fomento, catedrático de Física y Matemáticas, además de dramaturgo. Este señor obtuvo el año 1904 el Premio Nobel, compartido con el poeta francés Frederic Mistral.
Este teatro desde 1914 a 2002 es propiedad del Casino que desde 2021, tiene un sala rotulada con el nombre ECHEGARAY-QUINTERO a modo de homenaje y recuerdo.
En sus primeros años, el teatro albergó compañías de comedia, zarzuela y espectáculos populares que encantaban a las clases media y alta de Osuna. Pero el teatro no solo sirvió para el entretenimiento. En 1903, se celebró en sus instalaciones el primer mitin del Partido Republicano y las reuniones que llevaron a la creación de la Comunidad de Labradores, un hito clave en la historia agrícola de Osuna y que nació para defenderse de los robos en campos y cortijos.

Además, en 1904, el teatro dio un paso más hacia la modernidad al proyectar sus primeras sesiones de cine, incluyendo una versión por episodios de El Quijote. Un par de años después, se presentó Antro Infernal, una de las primeras películas en color que se vieron en la localidad, quizás la primera, lo que supuso toda una revolución visual. En 1914, un documental sobre la procesión de San Arcadio atrajo a muchos espectadores, consolidando el teatro como un espacio de vanguardia y recordando lo que veinte años antes hicieron los hermanos Lumiérè en Paris con la primera proyección cinematográfica.

Sin embargo, la tragedia golpeó en 1915. El 1 de marzo, un incendio arrasó el Teatro Echegaray en cuestión de minutos. Las llamas no solo destruyeron el edificio, sino también las pertenencias de la artista Manolita Ruiz, que actuaba en aquellos días. El pueblo de Osuna, siempre solidario, organizó una colecta para ayudarle, recaudando 3.588,50 pesetas.

Como publicó El Paleto en marzo de 1915, el teatro estaba asegurado por la compañía francesa L’Union, pero la indemnización recibida tras el siniestro no fue suficiente para cubrir los daños: de las 24.000 pesetas reclamadas, solo se pagaron 19.000. Aun así, en 1919, y tras una profunda reconstrucción, el teatro vuelve a abrir con un nuevo nombre: Teatro Hermanos Álvarez Quintero, en homenaje a los afamados comediantes andaluces, que tenían una estrecha relación con Osuna y Rodríguez Marín, secretario de la sociedad La Unión.
La reconstrucción del teatro estuvo a cargo del arquitecto Antonio Gómez Millán y mientras esto se llevaba a cabo, las distintas obras se celebraban en un salón llamado Benavente, situado en la calle San Pedro. Su reconstrucción costó 63.289 pesetas que hoy, al cambio, serían unos 383 euros.
En 1919 tenía, entre sillas y butacas, 512 asientos, más 112 en los palcos y plateas.
En 1931, el Teatro Álvarez Quintero dio la bienvenida al cine sonoro con la proyección de Cuatro de Infantería. Aunque muchos quedaron encantados con esta innovación, algunos comentaron que «hubiese sido mejor si la película se hubiese proyectado en castellano». Durante estos años, el teatro sufrió modificaciones para adaptarse a su nuevo papel como cine: se eliminó el foso de la orquesta y se ampliaron las gradas, lo que aumentó la capacidad del recinto.
En los años de la II República, el teatro afrontó problemas debido a la escasa simpatía que generaba el casino anexo entre los políticos de izquierda, lo que llevó al cierre temporal del teatro, alegando la falta de un telón metálico para las funciones de cine.

Durante la posguerra, el teatro fue escenario de proyecciones de películas patrióticas, religiosas y de aventuras, con estrellas como Lola Flores, Carmen Sevilla y Miguel Ligero. Pero a mediados del siglo XX, la magia del cine convivió con sesiones de flamenco, copla y otros espectáculos. Sin embargo, en los años setenta, el teatro se transformó en una discoteca, concretamente en la zona del escenario y el foso y a la que se accedía por la sala del Casino de Osuna continua a la barra del bar. Finalmente, a principios de los años 80, se cerró debido a que el edificio no cumplía con las nuevas normativas.

En 2001, el Ayuntamiento anunció la compra del teatro, que supuso un desembolso de 300.000 euros, cumpliendo así una promesa electoral que todos los partidos habían llevado en sus programas. El edificio se apuntaló para asegurar su estabilidad, y después de un largo y arduo proceso de restauración, hoy el Teatro Álvarez Quintero resplandece nuevamente.

Esta reapertura no solo supone la recuperación de un espacio emblemático, sino también el renacimiento de la vida cultural de Osuna. Con más de 130 años de historia, este teatro es mucho más que un edificio: es el testimonio vivo de las pasiones, sueños y luchas de generaciones de ursaonenses.


Fuentes consultadas
Ramírez Olid, J. M. (1999). Osuna durante la Restauración (1875-1931). Ayuntamiento de Osuna.
Serrato Jiménez, M. (2024). Datos y Curiosidades de la Historia del Casino. Casino de Osuna.
Además de periódicos locales de la época, Actas Capitulares, Revistas de Feria de Osuna, Cuaderno Nº 7 de los Amigos de los Museos.

Colaborador de El Pespunte. Polifacético enamorado de Osuna, autodidacta, articulista en temas populares de su pueblo, investigador del fútbol local, trabajador incansable siempre entre fotos y documentos con el deseo de que no caigan en el olvido del tiempo.