De nuevo la lluvia rompe las ilusiones de la tarde del Viernes Santo

Una vez más, las hermandades de la Pax y de la Quinta Angustia han sido azotadas por la lluvia, confirmándose los peores augurios en lo concerniente a la meteorología, para evitar que sus respectivas estaciones de penitencia pudiesen llevarse a cabo por las calles de Osuna.

Mal apuntaba la cuestión cuando conforme transcurría la tarde, se iban oscureciendo aún más los cielos. Así, cuando se alcanzaban las ocho de la tarde, la Hermandad de la Pax decidía no hacer estación de penitencia en una más que razonable decisión, ya que no cabía otra posibilidad puesto que desde unos momentos antes había empezado a lloviznar, y todo apuntaba -y así se confirmaría- a que lo iba a seguir haciendo durante toda la noche. Una vez tomada esta decisión, la banda de Cornetas y tambores Nuestra Señora del Rosario, de Jerez de los Caballeros, improvisaba un pequeño concierto a las puertas de la iglesia de Consolación tocando algunas marchas. Tras ello, se procedió al rezo del Vía Crucis hecho de forma solemne por los hermanos de la hermandad del barrio de Consolación. A su conclusión se sucedieron las emotivas saetas dentro el templo, tanto por parte de Eduardo Rodríguez, capataz de la cofradía, como por Evaristo y Manuel Cuevas hijo. Las puertas de Consolación quedaron abiertas para que los fieles visitaran a los titulares de esta sufrida hermandad.

Una hora más tarde en la iglesia de la Victoria también se tomaba la decisión de no procesionar, dadas las inclemencias meteorológicas, por parte de la Hermandad de la Quinta Angustia. Con la Señora en la nave central y en un ambiente sobrecogedor al que contribuyeron tanto la oscuridad en que se encontraba el templo, como las densas nubes de incienso que levemente se iban elevando y los cantos de la coral polifónica, se procedió al rezo del Vía Crucis por parte de don Mariano Pizarro, Director Espiritual de la Hermandad. A su conclusión, se procedió a colocar a la Virgen en su capilla en un momento de gran intensidad, aderezado por una sentida saeta que sonó en esos instantes y que acompañaba a los compases del paso de la Señora; al término de la misma comenzó el canto de la coral polifónica que había de acompañar a la hermandad en su desfile, haciendo que los presentes volviesen a disfrutar, a pesar de las circunstancias, de otro de esos momentos de tantísimos quilates que esta hermandad brinda a quienes tienen el buen gusto de acompañarla.

Con el canto del Salve Regina a la Virgen de la Quinta Angustia por parte de todos los presentes en el templo de la Victoria, se cerraba así esta melancólica tarde noche del Viernes Santo, marcado una vez más por la flagelación de la lluvia a nuestras hermandades.

 

Fernando J. Pachón Cano

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Fotos: Tony Cuevas

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