De desidias, plagas y azotes estivales…
por El Pespunte
29 julio 2015
Desde nuestra pasada Feria de mayo, el calor no nos da un respiro. Las temperaturas van in crescendo, hasta superar el umbral de lo admisible. Avistamos ya la muralla agostera y no se vislumbra cambio alguno. Por más que nos empeñemos es casi imposible darles esquinazo. De forma antes nunca vista, el astro rey, que a unos da la vida y a otros la quita, inmisericorde, inclemente e iracundo, viene castigando con crueldad cegadora las cabezas de los vecinos, las calles adoquinadas, y hasta los tajos donde los ya escasos peones – pues pasó el tiempo de contratos municipales a mansalva – tratan de sobrevir en su día a día…¡Dios, qué calor! ¡La calor que todo lo agosta, todo lo acota e, incluso, todo lo agota!
¿Todo? Demasiado atrevimiento sería el tratar de abarcar la totalidad, por mucho astro rey que se pueda ser. Y si uno no es cegato, ni sordo irreducto, ni ingenuo que ni mira ni escucha porque así -¡ay, mísero infeliz feliz en su ser y en su estar!- ni quiere, ni siente, ni padece; a poco que el seso lo permita, es notorio que no todo duerme ni vela el sueño de los justos, o de los injustos.
Sólo se ralentiza aquello que es necesario, y que debería ser obligatorio.
Y sin embargo, nada se para, nada se detiene, la vida sigue fluyendo desde lo más recóndito, desde lo más oscuro, a veces, desde lo más repugnante. Porque, por culpa de la desidia, de la inacción o de la simple estulticia -¡oh, tempi, oh, mori, oh, pecatori!-, hay bullicio, hay intensa actividad que, cruel y en manada, como los hunos del célebremente temido Atila, viene a usurpar nuestro descanso, nuestros hogares, nuestro bienestar y hasta nuestra salud.
Una turba de nocturnos, impertinente desde mayo, viene saliendo a la luz del día con atrevimiento y osadía, para no dar tregua ni permitir reposo. Aparecen, impenitentes, vestidos con sus mejores galas, dispuestos al asalto, ajenos a nuestro pesar, a nuestro penar, escépticos ante nuestras miradas, y complacidos ante la dejadez de quienes no debieran estar ociosos pues para eso cobran. En cónclaves tertuliean y ningunean a mortales, sean estos infantes o adultos, féminas o varones, plebeyos o nobles,…Y, con silencio enfermizo, ríen y se jactan de sus negras conquistas.
Ni Napoleón, ni tampoco otros grandes generales, jamás contaron con tan persistente ejército, bien es cierto que tan persistente ejército no tiene ante sí al zar de todas las Rusias, ni a los bravos españoles de entonces, ni a los pérfidos soldados de Albión. Simple y llanamente, sólo tienen ante sí la dejadez y la ioperancia más absoluta de los poderes públicos locales.
Cientos y cientos de bladoteos están invadiendo a sus anchas algunas de las barriadas de nuestra villa ducal, en especial la Barriada de las Autonomías (quizás en breve haya que cambiar el nombre y poner Barriada de los Estados Heterónomos Hispánicos). Bladoteos es nombre más sonoro, estarán ustedes conmigo, que el común de cucarachas, esos bichejos con aire de enterrador decimonónico que desde hace unos 300 millones de años, año arriba año abajo, acompañan el devenir de este planeta, y que ahora, para mayor desdoro del decoro de los podres públicos locales, han tenido a bien montar no un campamento sino toda una metrópolis, en las Autonomías. Aunque, pudiera ser comprensible, dado que los bladoteos no son soldados que acompañen la archifamosa Khalesi que todo lo puede y todo lo arregla, si no, otro gallo nos cantaría…
De cucaracha a cucaracha y vuelto a tirar. Recojo y recojo y el contenedor vuelvo a llenar. Seis, sesenta seis, seiscientos sesenta seis, ya se sabe el número diabólico, y aparece un millón. Cuento y recuento y es el cuento de nunca acabar.
Cucaracha. Ciega y sordomuda, bailo sobre la gente con alevosía y sin nocturnidad, pues durante el día duermen el sueño de los no conscientes quienes deberían velar por poner fin a tan funesto, bárbaro y fúnebre cortejo.
Cucaracha. Por cierto, que las hay que de variada tipología. Casualidades del destino, está la cucaracha alemana, la más pequeña, paradoja cruel para la Sra. Merkel. Está la cucaracha americana, que vuela, ¿me pregunto si bombardeará con sus excrementos sobre los kurdos?. Para mayor abundamiento, contamos con la cucaracha oriental – que no falte el toque exótico -, también conocida como cucaracha negra, ¿será casualidad la elección del nombre de oriental?.
Cucaracha, ilustre amigo bladoteo, que diría el poeta, insigne transmisor de alergias, pequeño gran putrefactor de alimentos y utensilios, urticaria presencia que irrita la piel y los ojos, severo compañero de la dejadez; rapsoda que llama en silenciosa declamación a cuanto pulula de suciedad y de desidia…
Bladoteo, atemporal e inmemorial cucaracha de nuestras pesadillas, y de las pesadillas diarias de los vecinos de la Barriada de las Autonomías, inmisericorde habitante de las juntas de la solería, pues se ve que de la Junta de Gobierno Local no lo sois, inmisericorde invasor… ¿acabarán contigo los vecinos, solitarios y audaces abandonados de la mano del poder local? …
Permite,bladoteo cucarachil, que me despida de ti sin atención de ningún tipo, deseando que la tierra te sea eterna, tan eterna como la paz y el descanso que merecen los vecinos que te combaten, con absoluta soledad, cada día a diario desde hace tres eternos meses de calina.
En Osuna a 28 de julio de 2015.
Manuel Martín Santillana
Concejal Izquierda Unida – Ayuntamiento de Osuna
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