De acto privado a tradición popular: Así nació el besamanos de la Macarena
La Virgen de la Esperanza, se encuentra a partir de hoy, y más que literal que nunca, entre “Rosario y Sentencia”. Desde primeras horas del día, la Virgen de la Esperanza Macarena se encuentra en Devoto Besamanos, una tradición que hunde sus raíces en la Sevilla de principios del siglo XX. Sin embargo, esta práctica no comenzó como la gran manifestación pública que es hoy.
En la historia del culto sevillano, los besamanos tienen antecedentes desde 1761, con la Virgen de los Reyes como protagonista. No sería hasta finales del siglo XIX cuando esta celebración comenzó a extenderse entre otras imágenes de carácter letífico, como la Virgen de los Reyes de San Ildefonso en 1898. Según informa la hermandad a través de X, la Virgen de la Esperanza inició los besamanos al menos desde 1920, pero en un formato restringido. Eran actos privados, exclusivos para benefactores y personas de confianza, impulsados por figuras como Juan Manuel Rodríguez Ojeda.
La transformación llegó el 18 de diciembre de 1925, con el primer besamanos público. Por primera vez, la Esperanza Macarena fue expuesta a todos sus devotos en la Parroquia de San Gil, marcando el inicio de una costumbre que sigue viva hasta nuestros días.
Un episodio singular: el “besamano de las babuchas”
El primer besamanos público de la Virgen dejó una curiosa anécdota que se conserva en la memoria de todos los macarenos. La imagen fue presentada en el presbiterio de San Gil, ataviada con unas babuchas morunas que un vecino del barrio, Enrique García Lorenzo, había traído de Tánger.
Este detalle desató una inesperada polémica. Muchos fieles, además de besar la mano de la Virgen, besaron las babuchas, lo que llevó a la autoridad eclesiástica a prohibir el uso de este tipo de elementos en futuros montajes. Aquel besamanos, que reunió a más de un millar de devotos, incluyó además una segunda fase privada, cuyo momento exacto en relación al acto público sigue siendo un enigma histórico.
Montajes de realeza y esplendor
Con el tiempo, el Besamanos de la Esperanza Macarena adquirió una majestuosidad única. Primero en San Gil y, más tarde, en la Basílica, la Hermandad comenzó a diseñar escenografías que evocaban una recepción real en un salón del trono.
La influencia de la Sevilla de Alfonso XIII, especialmente durante los preparativos de la Exposición Iberoamericana de 1929, fue clave para este enfoque. Las ceremonias reales y las películas de la época, como Sissi Emperatriz o ¿Dónde vas, Alfonso XII?, inspiraron los detalles que convertirían estos actos en un referente.
En los años 60 y 70, el prioste José Mena Martagón dejó su sello en los montajes del besamanos, perfeccionando una tradición que trascendió la ciudad de Sevilla. Estas composiciones no solo exaltaban la realeza de la Virgen, sino que establecieron un modelo para muchas otras hermandades dentro y fuera de Andalucía.
Una devoción que perdura
Hoy, la Esperanza Macarena vuelve a recibir el homenaje de sus fieles en un besamanos que es mucho más que una tradición. Es una cita cargada de historia, fe y emoción, que conecta a miles de devotos con una de las advocaciones más queridas de la Semana Santa sevillana. Cada beso en sus manos es un testimonio de gratitud y esperanza, y una reafirmación del vínculo eterno entre la Macarena y los macarenos.
Redactor de El Pespunte