Curar a veces, aliviar a menudo, consolar siempre
Este antiguo adagio médico encapsula la esencia de nuestra noble profesión. Desde esta tribuna que me brinda “El Pespunte”, deseo que estas palabras te ofrezcan un bálsamo durante los minutos que dediques a su lectura.
La medicina, a lo largo de los siglos, ha estado en la vanguardia de la lucha por la salud humana, curando a los enfermos y acompañándolos en su viaje a través de la enfermedad. Hoy en día, la medicina también se encuentra al lado de las personas sanas, previniendo enfermedades y promoviendo la salud a través de consejos de hábitos de vida saludables con el objetivo de crear comunidades más sanas y resilientes que permitan a las personas permanecer libres de enfermedades durante más tiempo y así alcanzar un envejecimiento saludable, donde podamos llevar una vida con autonomía para las actividades básicas y habituales de la vida diaria que nos permitan mantener un nivel de felicidad adecuado, esto es, podamos comer, dormir, pasear, hacer ejercicio, viajar si lo deseamos y tener una relación saludable con la familia, amigos y en comunidad.
Y aunque siempre se ha dicho que “el tiempo es generalmente el mejor médico” o que “la paciencia es la mejor medicina”, parece que en la época que corre, esta idea se ha relegado a un segundo plano. Queremos curarnos lo antes posible, cualquier dolor, padecimiento, malestar o sufrimiento queremos expulsarlo de nuestro cuerpo a la menor brevedad posible. Y por ello la vía de acceso más fácil y directa son las urgencias de los servicios de los hospitales, puntos de atención continuada de atención primaria o las de los propios consultorios de los centros de salud.
Se entra “de urgencias” en las consultas del médico de cabecera, se consulta “urgente” y con poca paciencia en las consultas de urgencia y sin demora en las “consultas no demorables” (término creado por los gestores sanitarios) y con rapidez cuando realmente es urgente.
Hemos cambiado la confianza, la cercanía, la longitudinalidad y el compromiso, por la inmediatez, la rapidez y la accesibilidad total a cualquier hora y en cualquier lugar. Esto que a simple vista parece que nos beneficiaría, conlleva un peligro para la seguridad de los pacientes a la larga, debido a la sobrecarga laboral y cansancio de los que atienden las urgencias, la despersonalización de lo biopsicosocial del individuo base de la relación médico-paciente y a la banalización de la propia palabra urgencia por los pacientes, que ha perdido su original significado (“padecimiento que pone en peligro la vida o la función de un órgano si no se atiende de forma inmediata”). Algo parecido a lo que ha ocurrido con la palabra promesa utilizada en política.
Como médico de pueblo, mi compromiso es con la salud y el bienestar de mis pacientes y ahora de mis lectores. Mi objetivo es proporcionar información precisa y útil, y espero que estas palabras te ofrezcan un poco de alivio y consuelo. Recuerda, la paciencia sigue siendo la mejor medicina.
QUIERO CURARTE
Médico de pueblo. Especialista en Medicina Familiar y Comunitaria. Médico Ilustre del Real e Ilustre Colegio Oficial de Médicos de la provincia de Sevilla.
Autor del Blog: www.medicorural.es