Cuatro. Razones para apagar la tele.

Sí, queridos paisanos, tesis doctorales en sociología y en psicología.
Es lo que de provecho se podría obtener (aparte del dinero que saquen los poco escrupulosos productores) del programa de TV de la cadena CUATRO, titulado ¿Quién quiere casarse con mi hijo?
Técnicamente: Perfecto. Éticamente: Nauseabundo.
Desde el punto de vista sociológico, han escogido unas muestras del zoo humano, perfectamente definidas y diferenciadas.
A saber:
Una pareja de miembros -miembro y “miembra”- de la”Muy Noble y Muy Antigua Sociedad del Tuvo” (mi padre tuvo, mi marido tuvo, mi abuelo tuvo…), caricatura de Pitita Ridruejo con niño cincuentón y aspecto de vendedor de Sofico y que además, dice ser abogado ¿¿??
Otra, integrada por nene adolescente tardío y aspecto de border-line o falto de un hervor, y mami directora,  sobreprotectora y depredadora en nombre del tierno infante, que afirma de éste que además de informático es virgen,  sin especificar por qué sitio.
Otra, compuesta por madre e hijo gay (sólo el hijo dice ser gay), donde el noble pueblo árabe o berebere -no se sabe bien-, parece ser la única división de opiniones, entre madre e hijo.
Otra, formada por un aparentemente prudente y guapo joven, tipo Ricky Martin,  y madre manipuladora y dominantona, que más parece que sea ella la candidata a la boda, y la cual da la impresión de que hay que echarle la comida como a los leones: ¡Desde lejos!
Completan el circo el hombre de los músculos, y los tatuajes, un corpulento inmaduro, con pinta de tener poca autoestima, la cual sustituye por un constante pavoneo verbal y gestual de su cuerpecito serrano, que fue lo que desarrolló en lugar del cerebro, y que dice ser químico y estriper a tiempo parcial.
La mamá, por supuesto, es semejante a las otras, razón por la cual fue seleccionada cuidadosamente.
Todos los grupos tienen tres elementos comunes, que a mí se me ocurran:
1) Los nenes son PARTENOGENÉTICOS (perdón por la “palabrota”), es decir, han sido concebidos sin la concurrencia de uno de los dos progéneres (el padre), es  decir, son sólo hijos de su madre.
2) Aún tienen funcionante el Cordón Umbilical, a través del cual reciben órdenes, protección y nutrientes maternos, en una exhibición mercantil-industrial del Complejo de Edipo, donde lo único que falta por ver, es la consumación de dicho complejo, si es que en algún caso no se ha producido,
3) Todos tienen en común un mismo Animus Depredandi, sólo comparable al que tienen las candidatas a ¿fieles? esposas.Se trata de un Timo de la Estampita televisado, donde todos quieren engañar a todos y que junto al relato de las propias historias, nos muestran lo mejorcito de la zoología nacional e importada.

En el lado de enfrente, que no opuesto, vemos el escaparate del mercado de la carne, también nacional y de importación.
 Se trata de una”subasta a la baja”, donde los precios cada vez son menores y en la que vemos moverse a los subasteros, gentuza que suele estar a la sombra de instituciones, en este caso una cadena de TV.

Y ahora me pregunto yo:
¿Dónde están las feministas, el Instituto de la Mujer y tantas asociaciones que claman o dicen que claman, por la dignidad de la mujer?
¿O es que para esto no hay subvenciones?
¿Donde está el Ministerio de Igualdad?: ¿Igual da?
Igual las eliminadas del programa se constituyen en “Asociación de Víctimas de Telecuatro” y piden una subvención.
Igual hasta se la dan.
¿Es esta la escala de valores que vamos a transmitir a nuestros adolescentes y jóvenes?
¿Son estas las conductas que vamos a inculcar a nuestros adolescentes y jóvenes?
¿Dónde está el Defensor del Espectador?
En unos momentos en que nos estamos planteando reformas substanciales de la educación de nuestra juventud, ante el evidente fracaso de planes anteriores, es necesaria una regeneración ética y moral, por encima y al margen de ideologías y adoctrinamientos.
Es necesario y urgente acabar con las conductas libertinas y con la incitación a las mismas, para que nuestros hijos sean libres y no esclavos en un mundo, donde las elites produzcan esos programas y ellos, primeramente sean concursantes o atentos espectadores, y más tarde, carne de cañón.
En manos de nuestros poderes públicos está el cortar de raíz este tipo de programas intoxicantes.
Tiempos hubo en que este tema era tratado de otro modo.
Aunque en ambos casos fuera de forma falsa, y por tanto injusta, valga decir que tanto a Sócrates como a nuestro paisano Séneca, se les acusó entre otras cosas, de corromper a la juventud.
El final de ambos, ya lo conocen todos, excepto los jóvenes que no saben ni quien era Sócrates, ni quien era Séneca,  “ni si se habían puesto malos”.

José Mª Sierra

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