Cordón azul que ata


El Cantar de los Cantares, el Árbol de Jesé, el Abrazo ante la Puerta Dorada, los evangelios apócrifos. Los teólogos escolásticos, el beato Duns Scoto, el Concilio de Trento, el fraile Molina y el convento de Regina. Los dominicos, franciscanos y jesuitas. La guerra mariana. Controversia teológica en la que el pueblo entra en juego. San Juan de Ávila: “A Eva la grandeza la derribó. María, por ser chiquita, nos remedió”.
La Navidad de 1614 en casa de Vázquez de Leca. Miguel Cid, Bernardo del Toro y el padre Juan de Pineda. Coplas y letrillas populares, impresos y sermones de relumbrón. Certámenes y justas literarias. La mejor prosa y poesía barroca, tesoros de bibliotecas. El beato Juan de Prado y el convento de San Diego. Las Inmaculadas “Sevillana” de San Buenaventura, la del Voto del Salvador, la que guarda el Arco del Postigo y la del Alma mía de los dieguinos, hoy en San Antonio Abad.
De entre las primeras diócesis americanas, la de Concepción de la Vega. Del antiguo reino de Sevilla, monumentos y testimonios inmaculistas en Carmona, Osuna, Marchena, Umbrete o Écija…
La congregación de la Granada en el Patio de los Naranjos y el gremio de los gorreros y sederos en las gradas. El juramento de 1617 de los dos Cabildos. Los cardenales Pedro de Castro, Palafox, Cienfuegos, Spínola y Amigo Vallejo, que coronó a la Pura y Limpia del Postigo. De entre las primeras diócesis americanas, la de Concepción de la Vega. Del antiguo reino de Sevilla, monumentos y testimonios inmaculistas en Carmona, Osuna, Marchena, Umbrete o Écija…

Los papas san Pío V, Alejandro VII, Clemente XIII y Pío IX. Los reyes Felipe III, Felipe IV y la Junta de la Inmaculada, desde Madrid hasta Roma. El rey Carlos III y el Patronato sobre España y las Indias que llegó en 1760 y se quedó hasta nuestros días.
Pacheco con su iconografía y los retratos de los principales protagonistas de esta epopeya. El arte con mayúsculas de Zurbarán, Velázquez, Murillo y Valdés Leal. Montañés, Mesa, Roldán y Alonso Cano. Herrera el Viejo y el Mozo. En la Catedral, la casa grande concepcionista, viven nada menos que la inconmensurable Cieguecita, la excelente pintura que preside la sala capitular, la Grande, donde duerme el caballero Núñez de Sepúlveda, y la del Corpus. Y el gran cuadro de Grosso, que quiere resumir toda esta historia en un lienzo.
Las religiosas Concepcionistas. La hermandad sacerdotal de San Pedro Advíncula, las Sacramentales del Sagrario, la Magdalena, del Salvador o Santa Ana, y tantas otras con sus imágenes, pinturas, votos y funciones… un vasto patrimonio semioculto. Las Inmaculadas que adornan las estancias e ilustran libros de reglas, las que se alojan en las custodias del Corpus y presiden los altares por estas fechas.
La hermandad de la Concepción de Regina, la de los Negros, la de Vera Cruz y la de la Santa Cruz en Jerusalén. El voto de 1615, Tomás Pérez y la bandera blanca, cirio y espada. La “Astronomía mariana” de Arenzana. Antonio María Ruano, el Guión Romano, los sediaris y los cirios pontificios. Las celebraciones de 1855, 1904, 1954 y 2004. Álvarez Udell y Olmo como ofrenda para conmemorar el tercer centenario de aquel voto. Sebastián y Bandarán, el marqués de Villamarta, Sebastián Santos, Miguel Román y Manuel Palomino.
La portada del patio de los Naranjos, monumento votivo de 1917, y el de la plaza del Triunfo, testimonio de piedra sobre cielo de Collaut Valera. Los textos de las plumas de Serrano Ortega, Hazañas y La Rúa, Santiago Montoto, Romero Murube, Laffón y Juan Sierra, Antonio Burgos y Calos Ros que ponen letra a tanto sentido. Mañana de funciones y besamanos que alegran este día de fiesta y gala a toda Sevilla.
Hermosos libros corales. El altar grande de plata de las octavas de Laureano de Pina en el recuerdo. Ornamentos celestes que el tiempo dejó en nuestras manos, paños de bulas cuelgan de los púlpitos, bandera azul al aire alto de la Giralda. Jubileo Circular en el altar mayor de la cristiandad. Salmos y antífonas de laudes luchan cuerpo a cuerpo con el órgano. Procesión de tercia sobre el mármol frío. Estación en la capilla Real ante la Virgen de los Reyes que espera vestida también de celeste. La mejor polifonía de Francisco Guerrero o Cristóbal de Morales suena en su propia casa. Tientos y tonos del gran Correa de Arauxo con su canto llano y sus glosas de la Inmaculada Concepción, monumento sonoro de aquel siglo de oro. El protoevangelio del Génesis, el cántico nuevo, la predestinación de Efesios y el saludo del ángel: “Su nombre era María”, Palabra de Dios. Dignidades mitradas y bendición papal tras el pontifical, rayando el mediodía.
De gozo enajenado, Oh, Reina de los cielos, Venid ruiseñores, El sol es tu vestido, Más dulce que la miel, En las hojas del tiempo… No hay lírica más sentida para un misterio más etéreo
Tardes de seises. Ayarra siempre parece sentado en el coro. Escolanía y danzas que marcan la melodía cada atardecer de la octava. Evaristo García Torres, Eduardo Torres, Muñoz y Pabón, Gil Delgado y Manuel Castillo. De gozo enajenado, Oh, Reina de los cielos, Venid ruiseñores, El sol es tu vestido, Más dulce que la miel, En las hojas del tiempo… No hay lírica más sentida para un misterio más etéreo. Bendición con el Santísimo, destella la pedrería mientras atruena el repique de campanas. Tantum ergo, Alabado sea, y Todo el mundo en general de Eslava. Sones siempre en la memoria así pasen los años y los siglos.
Todos estos hilos cruzados trenzan el bello cordón azul y dorado que ata cada 8 de diciembre a toda la ciudad con lo mejor de su historia, con un presente al que amenaza el olvido y la indiferencia y con un futuro cargado de esperanza. Pero siempre cobijados bajo el manto de María Inmaculada. Hay tanto que celebrar…

ANGOSTILLO
Marchena, 1967. Aficionado al periodismo, al arte y a la historia de nuestra tierra. En el mundo de las hermandades y la piedad popular desde hace muchos años. Lo que no se escribe, no queda.