Contra la violencia hacia la mujer por la igualdad de derechos
Este 25 de noviembre hemos celebrado el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, conmemoración totalmente necesaria porque persisten violencias de diversos tipos contra las mujeres, por el hecho de serlo.
En España, lentamente se va avanzando sobre esta lacra, aunque en los últimos 10 años se mantiene un número de muertes por violencia de género contra la mujer en torno a 50 asesinatos anuales. Hay violencias superadas; a mi madre, en la dictadura, tenía que autorizarla su marido, mi padre, para tener una cuenta corriente; afortunadamente ni a mi esposa ni a mis hijas les ha ocurrido eso. Pero hay otras violencias más sutiles, que siguen estando: desvalorizaciones, humillaciones, y en el mundo solo tenemos que pensar en Afganistán o en Irán para escandalizarnos de la crueldad de la violencia machista. Pero no son los únicos países que restringen derechos a la mujer respecto al varón.
Hay una condición biológica de nuestra especie: somos seres sexuados, formados por mujeres y hombres, una condición que ha establecido la naturaleza para nuestra especie. La renovación de individuos es necesaria, ya que somos caducos; es necesaria la participación de un hombre y de una mujer. Sobre esto se constituye el deseo sexual en esta diferencia sexual, que no se agota en la heterosexualidad. Para la supervivencia de la especie, durante miles de años se ha producido operativamente una especialización en este determinante proceso: las mujeres en la crianza y los hombres en el ámbito social. Así existe desde hace miles de años la humanidad, de la que todos formamos parte. Esta realidad ha condicionado la organización social humana; esta diferencia de funciones, con un buen trabajo en equipo, en igualdad, no tenía por qué ser lesiva para nadie. Pero este reparto de funciones se ha convertido en una minusvalía social para la mujer de forma generalizada. El futuro que se anuncia está transformando la reproducción humana, inseminación in vitro… ¿llegaremos al útero artificial? Esto conllevará transformaciones sociales seguro.
Freud estudió la vida infantil, descubre el proceso edípico, donde se construye la personalidad y describe la fase fálica, en torno a los 3 o 4 años, en la que el infante descubre las diferencias anatómicas genitales entre niño y niña. El lío se arma en torno al pene, tenerlo o no tenerlo, aunque a nadie le falta nada, pero este opera visualmente. Esta fase marca la salida del edipo del varón por el temor a perderlo y la entrada en el edipo de la niña por su enfado al no tenerlo pero con el deseo de conseguir uno. Eso dijo Freud, pero ambos registran psicológicamente el lugar de la falta, desde diferentes posiciones. Jacques Lacan, psicoanalista francés posterior, insistirá en que lo que está en juego no es el pene real, sino el falo; se tratará, para el niño o la niña, de tener el falo, un significante que circula y que, si lo poseemos, nos hace deseables para el otro. Por eso hay madres fálicas aunque no tengan pene; no hay que confundir el pene con el falo.
Es compleja la psicología; lo masculino o femenino no está unido al sexo anatómico, sino con ciertas posiciones psicológicas que se denominan masculinas o femeninas pero que no son patrimonio exclusivo ni de hombres ni mujeres.
La juventud actual repite conductas de violencia contra la mujer, moduladas por factores psicológicos y sociales; los abusones a los que se les deja abusar. Hay que educar y sancionar. Enseñar que todos somos distintos, hombres, mujeres, pero no solo eso, cada uno es diferente a los demás, y educar en que todos somos iguales en derechos y en respeto. El lenguaje es determinante en la educación.
Hay que recordar que España mantiene en su organización política y social una agresión a la condición femenina, violencia que ha permitido a nuestro actual rey Felipe VI reinar: la ley sálica, que da preferencia al varón sobre la mujer. Juan Carlos I no es feminista, evitó que fuera reina su primogénita Elena, aunque si lo hubiera sido el príncipe de Asturias sería el tal Felipe Juan Froilán…
Aunque no soy monárquico, monarquía semos, y aquí nos queda trabajo por hacer: igualdad de la mujer con el varón, y no es un asunto de mujeres, sino que es un asunto que nos concierne a todas y a todos los ciudadanos.
EL CIBERDIVÁN, LA OREJA DE FREUD.
Psiquiatra psicoanalista impulsó la reforma psiquiátrica “salta la tapia” en el hospital de Miraflores. Fue Director de la Unidad de Gestión Clínica (UGC) y Coordinador de la Unidad de Salud Mental Comunitaria del Hospital Universitario Virgen del Rocío de Sevilla. Autor de numerosos artículos científicos. Tiene dos libros publicados: Psicoanálisis medicina y salud mental, y La religión en el diván.