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Como una bandera discutida

Como una bandera discutida

Este domingo celebramos una fiesta que tiene su origen en el s. IV en Jerusalén: la presentación de Jesús. Prácticamente parece que pasa un poco desapercibida pero sin embargo tiene una gran importancia incluso en las imágenes que tan acostumbrados estamos a ver. Rara es la Virgen dolorosa que no luce un puñal clavado en su pecho, y esto es por la profecía que diría Simeón. Los padres de Jesús para cumplir con la ley de presentar a su hijo al Señor llevaron las 2 tórtolas o pichones, y es que como vemos cumplió en todo como otra persona más. El Espíritu Santo le anunciaría al viejo Simeón que no moriría sin ver al Mesías y como siempre sucede según su palabra.

Este momento ocurre porque en el levítico manda presentar en el templo a los hijos. En el caso de las niñas cuando las madres pasen la cuarentena, que tenía un sentido más que como reposo como purificación. En el caso de los varones tendría que llevarlos a los ocho días de nacer para que se le practicara la circuncisión. Por lo cual la mayoría de los cuadros en los que aparece María o están equivocados, o lo está el Evangelio que nos habla de la conversación entre Simeón y María. Según la ley, la madre en este caso debe pasar en casa el tiempo restante dedicada a la oración. Una vez cumplimentados los 40 días sí podría acudir con su esposo al templo para realizar una ofrenda. Por lo cual es más sensato pensar que lo que se representa y la conversación mencionada, se desarrolla en el momento de la ofrenda y no en el de la circuncisión en la que sería S. José el que estaría con Jesús. La circuncisión es una práctica que realizan todos los judíos como símbolo de la alianza con Dios, del pueblo de Israel con el Señor. Este día es más conocido como la Candelaria, y esto es porque en esta celebración se lleva una vela a la iglesia y se encienden hogueras que representa que Cristo es la luz del mundo.

“Y a ti una espada te atravesará el alma”, con estas palabras Simeón le hace a María su primer anuncio de lo que tendría que sufrir. Ver a su hijo tratado como a un animal sin ninguna dignidad, junto con los golpes en el cuerpo tuvo que haber sido verdaderamente romperle el corazón. Una madre que es lo más querido por todo ser, que incluso cuando han perdido la cabeza, están moribundos o tienen algún tipo de necesidad, siguen llamando a su madre. Y es que una madre nunca se cansa de amar. Por eso este día se comparte con María, porque siempre está presente en los momentos importantes de la vida de su Hijo. La primera vez que se dio esta advocación fue en la isla de Tenerife, que según cuenta la leyenda fue encontrada por dos pastores nativos del lugar, antes de la llegada de los españoles. Ellos llevaron la imagen a la casa del que gobernaba aquello, hasta que un día se apreso a un nativo al que los españoles bautizaron por Antón. Tras convertirse volvió a Tenerife donde evangelizo aquel pueblo y pidió permiso para tener un lugar donde venerar la imagen de la Virgen de la Candelaria que tenía una vela en una mano y al Niño Jesús en la otra. Desde entonces se le da culto en ese lugar.

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Cristo ha sido y será la bandera más discutida de toda la historia de la humanidad. Muchas guerras se han hecho en su nombre, sin ser ése el gusto de nuestro Señor. En otro Evangelio también nos avisa de la trascendencia violenta de su venida y de combatirlo con el amor. Aun así nosotros hacemos oídos sordos o quizás solo oimos aquello que nos interesa. Hoy día no pensamos que esa bandera dejo de ondear, porque sigue siendo usada como tema para hacer daño. Después de 2013 años sigue habiendo mártires por la fe, se sigue usando su nombre como escudo o arma arrojadiza, para ocultarnos detrás de obras pías aparentando algo que no somos. Cristo en muchas ocasiones es el traje que sacamos para ponérnoslo cuando la ocasión así lo reclama. En nuestro pueblo lo celebramos con la procesión de la V. de la Candelaria de la Hermandad del Sto. Entierro de Cristo. Acompañamos a María llevando cada uno a Cristo en nuestros brazos para ofrecerlo al Señor. No podemos olvidar que nuestro Dios nos quiere como somos, sin maquillajes, sin caretas a pecho descubierto. En la iglesia oriental esta celebración se llama “del encuentro”, busquemos un ratito para encontrarnos con Él, que ansía escucharte y que confíes todo tu ser a sus manos. Que Dios nos conceda presentarnos en su presencia con un alma limpia, como Él lo hizo ante un pueblo que lo espera.

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