COFRADÍAS | Citas imprescindibles del Jueves Santo en Écija, Marchena, Alcalá del Río, Coria del Río o Benacazón
Jueves Santo, día del Amor Fraterno. Comienza el Triduo Pascual y, litúrgicamente, también comienza la Semana Santa.
Écija lo celebra por la mañana con todos sus templos abiertos de par en par, los pasos montados, los que ya salieron y los que están por salir, dejando constancia de las visitas con las pegatinas que te adosan en la ropa. Osuna por la tarde, con las familias vestidas de traje oscuro y las mujeres de negro (no se usa la mantilla), acudiendo a los Oficios y paseando por las calles Sevilla y San Pedro (la catalogada como más bonita de Europa) para rezar las estaciones ante los monumentos instalados en conventos y parroquias. Una ocasión única para conocer el rico patrimonio de las clausuras, como el Niño Jesús vestido de campanillero de lujo, del monasterio de la Concepción (el de los riquísimos marroquíes), que nos recuerda el entronque de la Semana Santa de la villa con la de Antequera.
Écija procesionará al Cristo del Confalón, la reliquia de la provincia de Sevilla como ellos mismos lo denominan, por ser el único en mantener el estilo astigitano en su manera de portar, sobre una piña barroca. ¡Viva el Cristo del Confalón!, ¡viva el Cristo moreno!, ¡viva el Cristo bonito!, ¡viva el Cristo de los hortelanos!, ¡viva el Cristo de los toreros!… incansablemente una y otra vez, hasta que te acaban convenciendo ante tanto hondo y sentido fervor y dices: sí, el Cristo del Confalón es el Cristo más bonito de todos los cristos.
Écija procesionará al Cristo del Confalón, la reliquia de la provincia de Sevilla
Pero desde ahora el Jueves Santo es para la Vera Cruz. La de Marchena por las calles del barrio de San Juan: Roque de Balduque, cruz de plata, palio de plata del siglo XIX… y la Virgen de la Esperanza, una gran desconocida de la que estamos deseosos de descubrir tras el cambio de vestidor. Otra, la de Alcalá del Río, con su distintivo velo que, como el del templo que se rasgó en el momento de la Expiración del Señor, enmarca a este pequeño Crucificado. Y el inconmensurable paso de palio de la Virgen de las Angustias, portado por el exterior y llevado de costero a costero. Una maravilla lo mires desde donde lo mires. Una más, la de Coria del Río, de la que se cuenta iba para América, pero que se quedó en el cerro de San Juan. Su larguísima y empinada escalinata es el escenario de uno de los momentos más esperados de su Semana Santa. No dejo pasar la de Benacazón, del círculo de Gaspar del Águila (no salimos del siglo XVI), por ser su alcalde de honor perpetuo, por la singularidad de mantener el dogal al cuello (los crucificados no los llevan), y por la expresión casi desgarrada de su Virgen de los Dolores (la boca abierta y los dientes sutilmente separados captan mi atención); casi, porque se impone la delicada belleza que le imprimió Cristóbal Ramos.
Antonio Morón Carmona
Profesor de Historia y experto en museología.
Colaborador de El Pespunte para temas cofrades y arte sacro.