Breve homenaje a once negocios históricos de Osuna en el Día del Comercio Local
En Osuna, la historia no se encuentra solo en su necrópolis, en sus palacios o en sus monumentos, sino también en los pequeños comercios que, durante décadas, han sido y son su latido constante. Hay lugares que nunca se olvidan porque no son solo negocios, son testigos de vida, de historias compartidas y de sueños cumplidos.
En cada calle, en cada esquina, hay recuerdos que permanecen con el paso del tiempo. Y aunque los tiempos cambien, aunque los escaparates se transformen y algunos nombres ya no brillen en sus fachadas, hay algo que nunca muere: la esencia del comercio local.
Hoy, 25 de octubre, cuando celebramos el Día del Comercio Local, no solo estamos reconociendo a los pequeños comerciantes de hoy, sino también homenajeamos a aquellos que durante décadas dieron vida a la población y ofrecieron servicios y recursos a todos los vecinos.
En el rostro de cada negocio, hay generaciones de trabajo incansable. Familias enteras que dedicaron su existencia a levantar tiendas y talleres que no solo vendían productos, sino que ofrecían un espacio de encuentro. En este Día del Comercio Local, no podemos evitar mirar atrás, recordar aquellos negocios míticos que ya no están pero que siguen presentes en la memoria de los ursaonenses. Aquí va nuestro pequeño homenaje.
Sombrerería el Bombo
En 1895, don Manuel Andújar Fernández fundó la Sombrerería el Bombo en la calle Carrera, frente a la calle Martos. En aquellos tiempos, los sombreros no solo cubrían cabezas, sino que definían identidades. La tienda, en su modesta casita de dos plantas, se convirtió en un símbolo de elegancia y tradición. Desde principios del siglo XX, era raro ver a alguien en Osuna sin su sombrero, gorra o boina.
En 1923, Diego Perea, un joven con aspiraciones, entró como aprendiz. Desde ese día hasta su muerte en 1996, fue el guardián de este negocio, siendo el último sombrerero del pueblo. La sombrerería no solo vendía sombreros, sino que acogía la vida de sus clientes y los recuerdos de generaciones. Milagros y Antonia Andújar, hijas del fundador, eran una estampa constante en la trastienda, siempre sentadas junto a su mesa camilla, mientras el popular muñequito Andújar, obra del artista Jesús Quijada “Quijaita”, vigilaba desde lo alto del mostrador.
Cuando las hermanas se marcharon a una residencia en Puente Genil, decidieron donar todo el mobiliario de la tienda al museo de la ciudad. Allí, entre vitrinas, el espíritu de la Sombrerería del Bombo sigue vivo, recordándonos que los objetos no son solo cosas, sino fragmentos de las vidas que los rodearon.
Calzados Joselero
Antonio Molina, más conocido como “Joselero”, nació en Osuna en 1935. Aquí creció con sus tíos, lo crió su tía Pastora. No era raro ver al joven Antonio en la zapatería de su tío, ayudando y aprendiendo, absorbiendo el conocimiento del oficio de calzado que definiría el resto de su vida.
Cuando su tío falleció, Antonio heredó el negocio y lo mantuvo hasta su jubilación en 1994. Pero esta historia no terminó ahí. Su hijo, Juan Ignacio, intentó darle una nueva vida al local abriendo una confitería durante un par de años. Más tarde, su otro hijo, José Antonio, utilizó la tienda como exposición de sus azulejos pintados. Aunque finalmente la tienda cerró definitivamente, la esencia de Joselero sigue viva en Osuna, en cada zapato vendido, en cada paso dado por sus clientes.
Librería Española
En la esquina de la calle Carrera con la Plaza Mayor, se encontraba la Librería Española. Este fue un lugar emblemático en Osuna. Antonio Granell abrió la librería, que en los años ochenta fue traspasada a la familia de Feli Morilla y pasó a llamarse Librería Felicidad.
Este negocio permaneció en esa ubicación hasta 2005, cuando se trasladó a otro local en la misma calle. En aquellos años, la Librería Española se convirtió en un refugio para los amantes de la lectura y el conocimiento, dejando una huella cultural que aún se recuerda.
Droguería de Pepe el de la Uva
En la calle Carrera, junto a la calle San Francisco, se encontraba la droguería de Pepe el de la Uva. José Fernández Benítez, conocido como Pepe el de la Uva, regentaba este negocio donde se vendían productos a granel. En 1988, su hijo Francisco José comenzó a ayudar en la tienda y, con el tiempo, tomó el relevo de su padre.
Francisco mantuvo la droguería abierta hasta su cierre en 2014. La Droguería de Pepe el de la Uva era mucho más que un lugar de compra, era un espacio donde se respiraba el aroma de tiempos pasados y la cercanía del comercio local.
Bar La Uva
El Bar La Uva, que abrió sus puertas a principios de los años 30, es un establecimiento muy recordado en Osuna. Ubicado también en la calle Carrera, este bar, regentado por José Fernández Benítez, cerró sus puertas a mediados del siglo XX. Su recuerdo perdura como un lugar donde la vida social de Osuna encontraba siempre un espacio donde reunirse.
Tejidos Galicia
Antonio Galicia Galicia fundó Tejidos Galicia en 1956, y más allá de este negocio, también tenía una confitería y, con el tiempo, una fábrica de mantecados. Su hijo se hizo cargo del negocio en 1977, y lo mantuvo abierto hasta 2016. A partir de ese momento, un familiar intentó continuar durante un par de años más, pero finalmente, Tejidos Galicia cerró sus puertas.
Durante más de medio siglo, este establecimiento fue muy frecuentado por las familias de Osuna. Aquí acudían los vecinos para las ocasiones más importantes: comuniones, bodas y eventos especiales.
Bar La Madriguera
El Bar La Madriguera, fundado por Emilio Zamora alrededor de 1950, fue un lugar muy especial en la Plaza de San Agustín. Su fachada, pintada por Manuel Bermúdez Fernández, estaba decorada con madrigueras y conejos, lo que lo hacía inconfundible y obligaba a pararse al viandante para contemplar esta original decoración. Este bar estuvo en funcionamiento hasta 1980.
Relojería Sanz
Curro Sanz abrió su primera relojería en 1960 en la Plaza de Santo Domingo, y poco después se trasladó a la calle Asistente Arjona, donde continuó con su oficio hasta 1976, cuando se marchó con su familia a Barcelona. Durante esos años, la Relojería Sanz fue un lugar donde el tiempo se detenía para ser reparado por las manos de Curro.
Droguería de Santo Domingo o droguería Paula
La Droguería de Santo Domingo o droguería de Paula como se le conocía popularmente, estaba ubicada en la actual plaza de Rodríguez Marín, allí permaneció en activo alrededor de cincuenta años.
En este negocio la mayoría de los productos se vendían a granel, y en dicho local se llegó a contar con siete u ocho dependientes.
Currito fue el último de ellos, quien permaneció 36 años en este trabajo. En el año 1982 tras la jubilación de Paula, tiene lugar el cierre del negocio.
Tejidos Bancalero
Tejidos Bancalero fue un negocio destacado en Osuna. En octubre de 1988 la Asociación de Comerciantes de Osuna (A.I.N.C.O.) repartió un premio y la premiada lo recibió en esta tienda llena de historia. Tejidos Bancalero se ubicaba en la calle Carrera, frente al también extinto ya Pardillo era una zona frecuentada por cientos de ursaonenses.
Zapatería Rafael Jiménez
Rafael Jiménez Narbona, nacido en 1927, y desde muy temprana edad aprendió el oficio de zapatero en la zapatería que tenía su padre en la calle Compañía. En 1945, se trasladó a un nuevo local en la calle Hornillos, donde trabajó hasta su muerte en 1987.
Rafael era conocido por su habilidad para hacer botas de material a medida.
Colaborador de El Pespunte. Polifacético enamorado de Osuna, autodidacta, articulista en temas populares de su pueblo, investigador del fútbol local, trabajador incansable siempre entre fotos y documentos con el deseo de que no caigan en el olvido del tiempo.