Borja Jiménez: Ignorar una realidad es arrepentirse en el futuro
Crítico taurino de El Pespunte
Todos sabemos que el toreo está como está. Que es una gran mierda cubierta de brillos y piedras preciosas que, en su interior y sin escudriñar mucho, esconde taras que van poco a poco acortando su propia vida. Todas ellas mantenidas bajo el amparo de personas que argumentan amor a la fiesta cuando lo que hacen es dañarla sin piedad. Evidentemente, hablamos de las entrañas de la industria, no del ejercicio más difícil y bello que hay en el mundo: torear. Borja Jiménez lo practica de forma inapelable. Lo que le falla constantemente es un sistema que se acordará de lo que le está haciendo. Los dos orejones que cortó ayer en Madrid a ‘Milhijas’, de Victorino, pueden ser los más importantes de su carrera y una de las faenas del año en Madrid. Para los mandamases solo será otro ‘palito a la burra’ de los tropecientos mil que tendrá que seguir dando para que traguen con el de Espartinas. Y qué pena. «Borja está en muchas ferias», argumentaban en un corrillo en el que hablábamos de toros unos cuantos amigos. Sí, pero no en todas. Creo que se entiende.
Es difícil digerir ferias con carteles propios de hace una década. Esos que parecen sacados de cajones y a los que, con un soplido, les han quitado el polvo para reciclarlos sin mirar a los lados. Más difícil es aún ver como los pocos huecos que este putrefacto sistema deja para que estén copados por los que no deben estar en los seriales. Abrir el melón de Marco Pérez es obligación. Muchos serán los que crean que esto es un ataque. El tema es que el prodigio que esconde su alma no debe ser el único aval para estar en las ferias por delante de toreros que, precisamente, de méritos no van cortitos. Y encima, en carteles de postín. En Alicante y Murcia estará cuando se lo gane, que seguramente sea muy pronto por las extraordinarias cualidades que posee. Ahora, ese hueco le tiene que pertenecer a una selecta baraja de toreros de la que sobresale el nombre que encabeza el artículo: Borja Jiménez. A saber, qué argumentos se me pueden dar para justificar que el joven esté con Talavante y Juan Ortega matando una de Cuvillo por delante de un hombre que fue triunfador de San Isidro en 2024 y que acaba de reventar Madrid de nuevo.
Obviando las mejorías que puede tener su toreo, como la espada, la forma de entender los toros y otras cosas más; negar la realidad de Borja es ponerle palos a las ruedas que mueven el futuro del toreo. A todos los matadores de toros les afectan estos tiempos en los que si no se está bien una tarde ya saltan al abismo de la negatividad del aficionado. Es causa esta por la que los tropecientos mil golpes en la mesa que tiene que dar este torero tienen que venir sin tregua alguna. Son muchos los que desean un grave traspié para sacar de la ecuación a Borja Jiménez, circunstancia que dota de una dosis tremendamente grande al viaje del toreo sevillano hacia la cúspide.
