Anhelos de un veraneante
La semana pasada, tomando unas cervezas con unos magníficos amigos, otro día les contaré, amigos desde chavales, uno nos entretuvo contando una batalla de adolescente en la playa de Chipiona, donde veraneé, veraneábamos desde chavales. Volvieron un montón de recuerdos.
Eran los 60 y 70 del siglo pasado, las clases medias veraneaban. Se iba la madre con la prole los 2, 3 meses del verano a la playa y el pater familia quedaba de Rodríguez trabajando en la gran ciudad. No había móviles ni Internet, nos empeñábamos en andar descalzos con la oposición materna vencida por el número de amigos con los pies desnudos y la fuerza y la tozudez de la adolescencia. La pandilla era fundamental y las relaciones internacionales con otras pandillas y las chavalas eran reales e inalcanzables frecuentemente, salvo en los guateques.
Pasando el tiempo, los veraneantes fueron siendo sustituidos por los turistas, estos tienen otra relación con el territorio, están unos días que tienen que utilizar a tope para que les salga rentable su inversión. Últimamente están de moda los cruceristas, yo lo he sido, que son ciudadanos del barco y depredadores de puertos en periodos entre 4 y 8 horas que hay que quemar. Los tiempos van cambiando, que es una barbaridad, hoy hay distintas especies de turistas, de high o low cost, lo que tienen en común es que van de paso por el territorio.
El otro fin de semana estuve familiarmente en nuestra casa de la playa, con mi esposa, hijas, nietos e incluida suegra, descubrí un nuevo tipo de relación de los ciudadanos con el territorio: los rateros, no se confundan, no eran ladrones, sino que sólo vienen un rato. Mejor llamarles rateristas y así no hay equivocación, eran miles de personas que vinieron a Zahara de los Atunes, en la ruta de la tapa del atún a tomarse una y echar el rato, con el resultado de tremendas colas de coches para entrar en los parkings, colas en los bares cogiendo turno para degustar tapa, te chocabas con la gente por las calles estrechas, en fin, lo nunca visto, también se puede fracasar de éxito. En Zahara llevo años veraneando, van cambiando los paisajes y el paisanaje, pero sigue siendo un lugar bello. Pero cuidado, como dejó escrito Cervantes, está llena de tunantes y hay piratas, mis hijas desafortunadamente se toparon con uno, siempre hubo.
Quiero enviar un fraternal saludo a los compañeros de la Tertulia Cervantina Río Cachón, qué buenos ratos hemos pasado y tenemos que pasar, en ese lugar del estrecho, Zahara, del que siempre nos hemos considerado ciudadanos fijos discontinuos, ni turistas ni rateristas, cercanos a los veraneantes de antes, y un sentido recuerdo para los que ya no están, Ventura y Manolo. Y aprovecho, como en los programas de radio antiguos, para saludar también a mis vecinos de la Urba que tan bien nos sobrellevamos y soportamos todos los años.
A disfrutar del verano, cada uno como pueda.
EL CIBERDIVÁN, LA OREJA DE FREUD.
Psiquiatra psicoanalista impulsó la reforma psiquiátrica “salta la tapia” en el hospital de Miraflores. Fue Director de la Unidad de Gestión Clínica (UGC) y Coordinador de la Unidad de Salud Mental Comunitaria del Hospital Universitario Virgen del Rocío de Sevilla. Autor de numerosos artículos científicos. Tiene dos libros publicados: Psicoanálisis medicina y salud mental, y La religión en el diván.