Abrazados al progreso indeseable
La hipocresía no tiene límites. Ver aplaudir a los diputados socialistas en la puesta de largo de la Princesa de Asturias me produjo sonrojo. Serán los mismos, si nadie lo remedia, los que aplaudirán sin rubor a los independentistas, a los antisistema que boicotearon el acto y a los herederos de ETA que no se arrepienten del tiro en la nuca. Aliados que, desgraciadamente, investirán a Pedro Sánchez y harán lo posible para que Leonor no sea coronada en su día. “Le pido a los españoles que confíen en en mí y en el futuro de España”, dijo ella. Mal hará en fiarse del respeto y lealtad a la Monarquía que le ha ofrecido el presidente en funciones.
El futuro de España pasa por las mentiras de Sánchez y el modelo de progreso que pone de los nervios a los españoles de bien. Es de fullero regar, con dinero de todos, el vivero de gente de mal vivir y al vago clientelismo de estómagos agradecidos que recuerdan, a todas horas, lo malo que era el franquismo y lo buenas que fueron las libertades de la República. Ciudadanos, poco lectores, que desconocen que la “Ley de vagos y maleantes”, popularmente conocida como “la gandula”, fue proyectada en tiempos de la segunda República y los partidos comunistas que la conformaban en agosto de 1933.
Cierto que Franco aplicó la Ley y continuó persiguiendo las conductas desviadas que no contribuían al desarrollo normal del País. Ya ven, hoy se multiplican y son un número influyentes en las urnas. Están protegidos y se les permite, por ejemplo, progresar viviendo gratis en propiedades ajenas sin más esfuerzo que el que resulta de cambiar la cerradura. Cuestión de obedecer al guiño y orientar el voto a toque de corneta. Modus operandi viejo como el hilo negro.
Tras el golpe de efecto de Rumasa, Felipe González, el de la pana, que ahora gruñe con las miserables actuaciones de su líder, engatusó al campesinado andaluz y ofreció la oportunidad de progresar con la picaresca de las peonadas. “A mí no darme nada, a mi colócame donde haya”, decían los más avispados. Barra libre, prostitutas y ojos inyectados de alcohol y cocaína. Desmadre vicioso y trapicheo del mayor escándalo de corrupción en Democracia. El PSOE fue condenado por la trama y nadie se inmutó por ello, los indultos están al caer.
Acudo a las declaraciones de José Manuel Soto, el cantautor sevillano que, insatisfecho con el resultado electoral, como tantos, puso a caldo al trilero socialista. No en las formas, pero en el contexto estoy con él. No tengo reparos en criticar la fidelidad perruna de quienes comulgan con el progresismo indeseable. Están felices. Con su voto han conseguido frenar al idealismo casposo de la derecha. No importa que JUNTS represente a la burguesía derechona catalana (ellos no son fachas, hay que joderse). No importa hincar de rodillas al Estado de Derecho y bajarse los pantalones ante el supremacismo catalán y vasco. No importa limpiar los expedientes penales de prófugos y el precio a pagar. Importan los siete votos para que PP y VOX no gobierne.
La ruleta electoral dejó al descubierto no solo el ansia de Sánchez por volver a sentarse en la Moncloa. también el maquiavélico plan para conseguirlo. “Confío en la decencia socialista”, dice García-Page, sorprendido por la traición que supone negociar la dignidad de su partido. “No lo voy a permitir, yo no voté para esto”. El pacto con Puigdemont y el cinismo de su líder le quema y se debate entre la frustración y la rabia, no digo impotencia porque en sus manos tiene la posibilidad de frenar la deriva indecente. Menos palabrerías. O eres héroe o serás cómplice de las mentiras y sufrirás en silencio, como a las almorranas, lo que te viene encima”.
La Princesa de Asturias se coronará o no algún día pero, repito, mal harán en la Casa Real en fiarse del que dice que es “por el bien de España y el modelo progresista de izquierda”. ¿Qué izquierda? La del 3% me temo que no. ¿Qué progreso? Sin duda el tramposo modelo suyo y el de los tragaollas que le bailan el agua e ingieren sapos sin asco. Para atarlos en corto.
Antonio Moreno Pérez
Foto: Eduardo Parra (Europa Press)
A PIE DE CALLE
Pertenezco al envio franquista de ursaonenses a Cataluña en 1973. Aquí sigo enamorado del ayer…, de las aceitunas gordales, los majoletos de las Viñas y del Flamenco que se canta con faltas de ortografía. Aquí estoy para contarlo con escritura autodidacta. ¡Ah, y del Betis!