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¿A qué se deben los despidos procedentes en nuestro país?

¿A qué se deben los despidos procedentes en nuestro país?

Una de las situaciones más incómodas en las que se suelen ver involucrados un trabajador y su jefe o empresa, es cuando por diferentes motivos se recurre a la figura del despido, que se puede resumir en la extinción de la relación laboral existente hasta el momento entre ambas partes, decidida de forma unilateral por el empleador. En España, cuando el despido se ajusta a derecho y a los requisitos legales, se está hablando de un despido procedente, el cual cuenta con unas causas justificadas que es interesante conocer y tener en cuenta para evitar posibles confusiones.

Causas de un despido procedente en España

En nuestro país, las causas de un despido procedente amparadas por la ley, ayudan a diferenciarlo de otros despidos, como es el caso de los nulos o improcedentes. En los despidos precedentes es el propio Juez el responsable de dar validez a las causas presentadas y de decidir su legitimidad. Un procedimiento que está recogido dentro de la Ley Reguladora de la Jurisdicción Social, enfocada a la resolución de conflictos legales y a regular los diversos procedimientos laborales.

Cuando el empleador recurre a esta figura amparándose en la ley, normalmente alega motivos basados en un despido objetivo. Estos deben estar recogidos dentro del Estatuto de los Trabajadores de cada empresa, y habitualmente están relacionados con los comportamientos del trabajador durante su jornada laboral, como por ejemplo las falta de aptitudes para desempeñar su puesto o la dificultad al adaptarse a su trabajo y entorno laboral. También se pueden alegar motivos propios de la empresa, principalmente de índole económica, pero también productiva, organizativa o técnica.

Otros de los motivos habituales alegados en un despido de este tipo son incumplimientos contractuales, como por ejemplo la falta de puntualidad, o la no asistencia reiterada al puesto de trabajo. Igualmente, mostrar falta de respeto mediante insultos verbales, amenazas e incluso ofensas físicas, desobedecer, junto a la disminución de rendimiento general, o incluso acosar o abusar de la confianza de compañeros y no desempeñar el trabajo en condiciones físicas óptimas, pueden ser suficientes para avalar la iniciación de un despido procedente.

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Con el fin de que se considere procedente un despido disciplinario ante el juzgado, es esencial que la empresa o empleador pruebe las causas y acredite los motivos del despido, y que sea entregada una carta de despido al interesado, donde se señale las razones principales y motivaciones para despedirlo, además de la fecha cuando ha ocurrido.

Derechos después de un despido procedente

Cuando una persona ha sido objeto de un despido procedente tiene a su disposición una serie de derechos amparados por la ley, principalmente de índole económica. Así por ejemplo tiene derecho a recibir una indemnización, únicamente cuando se trate de un despido objetivo, en el que podrá disfrutar de una cuantía calculada en base a veinte días por cada año de empleado, pero solamente hasta alcanzar un topo de un año. Igualmente tiene derecho a cobrar el paro, siendo indiferente que la motivación del despido haya sido objetiva o por razones disciplinarias.


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